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viernes, 23 de abril de 2010
Himno al Gran Chaco - LUCIO.
Letra: Rvdo. Padre Oliverio Pellicelli
Música: Rvdo. Padre Juan Scannerini
Cien Corceles sedientos de gloria
Van pasando por montes y llanos
Y a su paso festiva refleja
Su emoción la Provincia del Chaco
Fértil tierra que engendras la fuerza
El fulgor la dulzura y la vida
Chaco eterno rincón de promesas
Nueva historia en tu seno se anida
Cien semillas de regios quebrachos
Se volvieron brillantes banderas
Albergando en sus cálidos pliegues
El progreso, el honor, la grandeza
Fértil tierra que engendras la fuerza
El fulgor la dulzura y la vida
Chaco eterno rincón de promesas
Nueva historia en tu seno se anida
Cien torrentes de oro negruzco
Hoy desbordan regando a Bolivia
Y se truecan en lenguas de fuego
En un himno triunfal de victoria.
Fértil tierra que engendras la fuerza
El fulgor la dulzura y la vida
Chaco eterno rincón de promesas
Nueva historia en tu seno se anida
Cien torrentes de sangre guerrera
Desembocan al mar de la gloria
Mientras blanca en el cielo del Chaco
Se levanta la Cruz Redentora.
Fértil tierra que engendras la fuerza
El fulgor la dulzura y la vida
Chaco eterno rincón de promesas
Nueva historia en tu seno se anida
En fecha 12 de Agosto de 1976, en conmemoración al centenario de la creación de la Provincia Gran Chaco, se escucha por primera vez este himno como parte de los festejos siendo el lugar escogido para este importante acontecimiento el Salón de Actos del Liceo Gran Chaco.
Fue declarado como Himno Oficial de la Provincia Gran Chaco según Ordenanza Municipal Nro. 13/02 del 12 de Agosto de 2002.
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Letra: Rvdo. Padre Oliverio Pellicelli
MARCHA DEL BICENTENARIO ARGENTINO "NUEVA ARGENTINA" ( CANCION Y LETRA ).
MARCHA DEL BICENTENARIO ARGENTINO "NUEVA ARGENTINA"
"NUEVA ARGENTINA"
EDÉN CORONADO DE GLORIA
PARA TODA LA ETERNIDAD
TIERRA EN FORMA DE NACIÓN
PLATA EN BRILLO Y SENTIMIENTO
CON EL GRITO DE LOS MORTALES
QUE NOS DIERON LA LIBERTAD
CON LA UNIÓN Y CON LA FUERZA
DE SUS PRÓCERES HEROICOS
LOS CORAZONES DE UNA PATRIA VIVA
UN CANTO AL CIELO AL SOL LAS NUBES Y EL MAR
APOTEOSIS DE LA HISTORIA DE UN PUEBLO
SANGRE NUEVA Y ETERNA MARAVILLA SIN PAR.
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS
BRILLE EL SOL EN ARGENTINA
Y QUE EN FORMA DE CANCIÓN
EL MUNDO SIENTA ESTA ALEGRÍA
AL NUESTRO GRITO SAGRADO ELEVAR
CON LOS ACORDES DE LA NOBLE IGUALDAD
Y LA BANDERA DE NUESTRA VICTORIA
¡LIBERTAD! ¡LIBERTAD! ¡LIBERTAD!
VICTORIOSA POR TODOS LOS TIEMPOS
REDIMIDA POR SU PAZ
TESTIMONIO DE SU FUERZA
Y CONSENTIDA DE DIOS
LIBERTADA POR SUS HÉROES
CUSTODIADA DESDE EL MAR
POR LA FE NUNCA PERDIDA
COMO NUESTRA PERLA AUSTRAL
LOS CORAZONES DE UNA PATRIA VIVA
UN CANTO AL CIELO AL SOL LAS NUBES Y EL MAR
APOTEOSIS DE LA HISTORIA DE UN PUEBLO
SANGRE NUEVA Y ETERNA MARAVILLA SIN PAR.
POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS
BRILLE EL SOL EN ARGENTINA
Y QUE EN FORMA DE CANCIÓN
EL MUNDO SIENTA ESTA ALEGRÍA
AL NUESTRO GRITO SAGRADO ELEVAR
EN LOS ACORDES DE LA NOBLE IGUALDAD
Y LAS BANDERAS DE NUESTRA VICTORIA
¡LIBERTAD! ¡LIBERTAD! ¡LIBERTAD! ¡LIBERTAD!
Autor Compositor e Intérprete
Carlos Antonio Fabre
HIMNO NACIONAL ARGENTINO.
HIMNO NACIONAL ARGENTINO INTERPRETADO POR CARLOS ANTONIO FABRE
HIMNO NACIONAL ARGENTINO (original de 1812)
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
¡Oíd, mortales!, el grito sagrado
libertad, libertad, libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas
ved el trono a la noble igualdad.
Se levanta a la faz de la Tierra
una nueva y gloriosa Nación
coronada su sien de laureles
y a sus plantas rendido un león.
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
la grandeza se anida en sus pechos
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
y en sus huesos revive el ardor
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor
todo el país se conturba por gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
escupió su pestífera hiel.
Su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
¿No los veis sobre Méjico y Quito
arrojarse con saña tenaz,
y cuál lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llantos y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
A vosotros se atreve, argentinos
el orgullo del vil invasor.
Vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor,
el clarín de la guerra, cual trueno,
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone a la frente
de los pueblos de la ínclita Unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo león.
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
San José, San Lorenzo, Suipacha.
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
la colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental,
son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló.
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista el tirano
con infamia a la fuga se dio;
sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la Libertad,
y sobre alas de gloria alza el Pueblo
trono digno a su gran Majestad.
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín,
y de América el nombre enseñando
les repite: ¡Mortales, oíd!
Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al gran Pueblo Argentino, salud!
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
Letra: Vicente López y Planes
Música: Blas Parera
ACOTACIONES:
Vicente López y Planes (1785-1856), poeta de la literatura de Mayo. Se graduó en Derecho en la Universidad de Chuquisaca.
Blas Parera, español, maestro de piano y violín. En 1860, Juan Esnaola realizó algunos cambios a la música del Himno basándose en manuscritos de su autor. Los arreglos fueron aceptados como versión definitiva en 1944.
El himno fue ejecutado por primera vez en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson.
El 30 de marzo de 1900, el Poder Ejecutivo decreta que se canten sólo la primera y última cuarteta más el coro.
LINGUISTICA III. " LA PRAGMÁTICA ".
Teoría de los actos de habla
La teoría de los actos de habla, tal y como la formuló el filósofo del lenguaje J. L. Austin, es una de las consecuencias de la filosofía del lenguaje peculiar. Aparece formulada en su obra póstuma Cómo hacer cosas con palabras (How to Do Things with Words). Dicha teoría es el arranque de uno de los enfoques de la pragmática más populares, ampliado por John Searle.
ContenidoS.
1 Acto de habla
1.1 Clasificación
2 La teoría especial
2.1 La distinción constatativo-realizativa
2.1.1 La falacia descriptiva
2.1.2 Emisiones realizativas (o performativas)
2.1.3 La teoría de los infortunios
3 Referencias
3.1 Bibliografía
4 Véase también
Acto de habla
Un acto de habla es un tipo de acción que involucra el uso de la lengua natural y está sujeto a cierto número de reglas convencionales generales y/o principios pragmáticos de pertinencia.
La escuela de Oxford y la pragmática siguen a Peter Strawson y John Searle en tanto que consideran que "acto de habla" se refiere usualmente a lo mismo que se designa con "acto ilocutivo", término a su vez acuñado por John L. Austin en ¿Cómo hacer cosas con palabras?, publicado póstumamente en 1962.
De acuerdo al hecho por Franklin Franco Peña con Austin, el "acto ilocutivo" se da en la medida en que la enunciación constituye, por sí misma, cierto acto, entendido como transformación de las relaciones entre los interlocutores o con los referentes. Un ejemplo clásico es que al decir "lo prometo" o "sí, acepto" (en una ceremonia matrimonial) estamos, a la vez que hablando, realizando el acto. En este sentido, el "acto de habla", es decir, la emisión del enunciado puede realizarse en forma oral o escrita, siempre y cuando se lleve a cabo la realización de una acción mediante palabras.
El efectuar un acto de habla, expresando una oración correcta gramaticalmente y con sentido, implica un compromiso con el entorno. Un acto de habla puede ser solicitar información, ofrecer, disculparse, expresar indiferencia, expresar agrado o desagrado, amenazar, invitar, rogar, etc.
El acto de habla consta de tres factores elementales:
Acto locutivo: es la idea o el concepto de la frase, es decir, aquello que se dice.
Acto ilocutivo: es la intención o finalidad concreta del acto de habla.
Acto perlocutivo: es el (o los) efecto(s) que el enunciado produce en el receptor en una determinada circunstancia.
También, los actos de habla se pueden dividir en dos tipos:
Actos directos: son aquellos enunciados en los que el aspecto locutivo e ilocutivo coinciden, es decir, se expresa directamente la intención.
Actos indirectos: son aquellas frases en las que el aspecto locutivo e ilocutivo no coinciden, por lo tanto la finalidad de la oración es distinta a lo que se expresa directamente.
Searle, quien siguió el análisis de Austin sobre los enunciados de acción o "performativos" y se centró en lo que aquél había llamado actos ilocucionarios (actos que se realizan diciendo algo), desarrolló la idea de que diversas oraciones con el mismo contenido proposicional pueden diferir en su fuerza ilocucional, según se presenten como una aseveración, una pregunta, una orden o una expresión de deseo.
Según Searle, las fuerzas ilocucionales de un acto de habla pueden describirse siguiendo reglas o condiciones especificables, dadas tanto por las circunstancias como por el propósito que se sigue en diferentes actos ilocucionarios.
Clasificación
Los actos de habla ilocutivos pueden ser clasificados según su intención o finalidad.
Actos asertivos o expositivos: el hablante niega, asevera o corrige algo, con diferente nivel de certeza. Ejemplo: No llenaste el coche de gasolina, ¡está vacío!.
Actos directivos: el hablante intenta obligar al oyente a ejecutar una acción. Ejemplo: Ruego que vote por mí en las elecciones.
Actos compromisorios: el hablante asume un compromiso, una obligación o un propósito. Ejemplo: Mañana te devuelvo el auto tal como está.
Actos declarativos: el hablante pretende cambiar el estado en que se encuentra alguna cosa. Ejemplo: Me niego a la decisión del juez ya que la decisión que se ha tomado está errada.
Actos expresivos: el hablante expresa su estado anímico.
La teoría especial
La distinción constatativo-realizativa
La falacia descriptiva
Austin llega a la teoría general partiendo de una teoría especial que se funda en la distinción entre lo constatativo y lo realizativo o performativo. Según él, durante mucho tiempo se había supuesto que el único fin de las emisiones era la de constatar hechos. En razón de ello, sólo podían ser verdaderos o falsos. Sin embargo Austin afirma que no todo enunciado es verdadero o falso. Una emisión lingüística es cualquier cosa que se diga:
El gato está sobre la alfombra.
Cierra la puerta.
Las ideas verdes descoloridas duermen furiosamente.
Prometo que te devolveré el libro.
Lo que resulta para Austin interesante de las emisiones lingüísticas es su valor de verdad. Aristóteles en "De interpretatione", analiza los componentes de las oraciones: para él son verbos y nombres. De la complementación de nombres y verbos surge el λόγος, que es una emisión lingüística compleja compuesta de nombre y verbo. No a todo tipo de emisión le conviene el valor de verdad, sino sólo al λόγος αποφαντικός o apofánsis (αποφανσις). De las emisiones que no son apofánticas no se ocupa la lógica, sino la retórica. Esa actitud persistió a lo largo de la historia. Hay que distinguir las apofánticas (emisiones constatativas o enunciados) porque la función propia de estas emisiones es constatar un hecho. Austin parte del hecho de que lo único que vale la pena estudiar es el λόγος αποφαντικός, que él llama la "falacia descriptiva". Por falacia descriptiva se entiende lo que hace suponer que toda oración que tiene una función importante funciona como enunciado, lo que no es cierto, pues hay oraciones importantes que no constatan hechos. La concepción de la falacia descriptiva ha sufrido dos tipos de ataque: el del movimiento verificacionista y el del movimiento que estudia los usos del lenguaje (ordinario).
El movimiento verificacionista, asociados sobre los años 1920-1930 en el Círculo de Viena en torno a la figura de Moritz Schlick, y vieron como el movimiento quedaba abortado en 1933 por la conquista de Austria por Adolf Hitler. Los verificacionistas sometieron a crítica la postura de la falacia descriptiva en base a preguntar acerca de lo que es "ser verdadero" o "ser falso". Es algo que hay que averiguar. Para que un enunciado tenga sentido es necesario que sea verificable. Ellos hacen, pues, una división tripartita: los enunciados pueden ser verdaderos, falsos o sin sentido:
"El universo entero ha duplicado su tamaño ayer por la tarde" (lo que no es ni verdadero ni falso, carece de sentido"
Y es que, para que un enunciado pueda ser verdadero o falso debe ser significativo. Si no tiene significado no se puede plantear la cuestión de si es verdadero o falso (es un requisito). Un enunciado sólo tiene sentido cuando hay un método por el que podamos verificarlo. Hay muchos enunciados que pasan como verdaderos o falsos y son sin sentido:
Yo miento.
El movimiento que estudia los usos del lenguaje es el otro. Es posterior en el tiempo al movimiento verificacionista. No comparten la cruda condición que los verificacionistas imponen a los enunciados. Insisten en que hay emisiones lingüísticas que parecen enunciados aunque no lo son. La palabra "bueno" no se usa para describir algo sino para recomendar. El reino de la ética no es de hechos, sino de cosas que se recomiendan, y el lenguaje se utiliza para muchas cosas más, no sólo para informar, registrar o describir un hecho.
Emisiones realizativas (o performativas)
Austin analiza un uso del lenguaje concreto y habitual, pero no descriptivo. Un tipo de emisión que por su apariencia superficial parece un enunciado, pero no lo es, que ni carecen de sentido ni son verdaderos ni falsos: son comunes. No contienen palabras como "bueno". Son emisiones tales que al ser emitidas diríamos que estamos haciendo algo en vez de diciéndolo, pero no por el sentido fonético. Emisiones realizativas son las que no son ni verdaderas, ni falsas ni sin sentido. Austin las llama emisiones realizativas (performative utterances). Por ejemplo:
Al decir "Sí, quiero" en una boda no enunciamos algo. Al decirlo en esas circunstancias realizamos el acto de casarse.
Cuando al pisar a alguien le decimos "le pido disculpas" tampoco enuncio. Al decirlo realizó el acto de disculparme.
Al decir "inauguro este pantano" no digo algo, lo hago.
"Te apuesto diez euros a que mañana lloverá": apostamos, no hablamos.
Sin embargo, es necesario que se den las circunstancias apropiadas, no basta con proferir la frase. Aunque no se necesita la realización de un acto espiritual, la palabra empeña. Es cierto que las emisiones realizativas no describen hechos y no son verdaderas o falsas, pero pueden implicar hechos verdaderos o falsos. Hay que distinguir entre lo que se dice y lo que se implica. Si digo "lego el reloj a mi hermano" es necesario que yo tenga reloj.
La teoría de los infortunios
Aunque es cierto que las emisiones realizativas no son ni verdaderas ni falsas, tienen ciertas circunstancias bajo las cuales pueden ir mal. La principal es que sea falsa. Las emisiones pueden ser afortunadas o desafortunadas. Por varias circunstancias, que son la dimensión de su carácter afortunado o desafortunado. Esto se llama teoría de los infortunios.
Infortunios son las diversas maneras en que una emisión realizativa puede ser insatisfactoria. Surgen cuando se rompen determinadas reglas, que se pueden numerar como (Α,1) (Α,2); (Β,1) (Β,2); [(Γ,1) (Γ,2)], estas dos últimas de tipo especial:
Α,1 : Debe existir un procedimiento convencional que tenga un cierto efecto convencional y ese procedimiento debe incluir la emisión de ciertas palabras por parte de determinadas personas en determinadas circunstancias, y además.
Α,2 : Las personas y circunstancias particulares del caso deben ser las apropiadas para la invocación del procedimiento particular al que se apela.
Β,1 : El procedimiento debe ser ejecutado por todos los participantes y
Β,2 : completamente.
Γ,1 : Cuando el procedimiento está pensado para ser usado por personas que tienen ciertos pensamientos o sentimientos, o para la inauguración de cierta conducta subsiguiente por parte de cualquier participante, entonces una persona "en" y por ello invoca "el" procedimiento, debe tener esos pensamientos o sentimientos y los participantes deben tener la intención de conducirse de ese modo, y además
Γ,2 : deben efectivamente conducirse de ese modo en lo sucesivo
En ese conjunto, las Α y las Β, y las Γ se diferencian en dos bloques: hay una oposición Α y Β / Γ. Si se violan las reglas Α o Β, el acto no se realiza, si se viola Γ sí, aunque se abusa del procedimiento (es un acto insincero).
Los infortunios que afectan a Α o Β son por un fallo. Son actos pretendidos pero nulos. En los que afectan a Γ se les considera abusos. El acto es logrado, aunque sea un abuso del procedimiento y se llaman actos procesales pero huecos.
A las rupturas de la regla Α se les llama malas invocaciones. El procedimiento indicado no existe, o las personas no son las adecuadas. A las de Α,1 Austin no les da nombre (en todo caso las llama non play), las de Α,2 se llaman malas aplicaciones. En general, cuando hay una mala invocación, Α,1 o Α,2 se trata de un acto no autorizado:
Α,1: "Me divorcio de ti" (dicha en un país en el que el divorcio no sea legal).
Α,2: "Te nombro cónsul" (y no soy, o no eres la persona adecuada, porque no tengo la autoridad necesaria o porque tú eres un caballo).
Si se rompen las reglas Β se considera que hay malas ejecuciones, que se trata de un acto viciado. Estos vicios dan lugar a defectos (en el caso de Β,1, puesto que el acto se lleva a cabo defectuosamente) u obstrucciones (Β,2, ya que no se lleva a cabo completamente).
Β,1: "Sí, quiero" (en un acto de boda, pero mi pareja dice "No quiero").
Β,2: "Te apuesto a que..." (y no obtengo respuesta).
La violación de las reglas Γ da lugar a los abusos. Las de Γ,1 son llamadas insinceridades, pues no se tienen los sentimientos requeridos, y a los de Γ,2 no les da nombre Austin, pero podrían llamarse ruptura de compromiso.
Γ,1: "Te felicito" (pero no te considero merecedor del galardón).
Γ,2: "Bienvenido" (pero te trato como a un enemigo).
La teoría de los infortunios se aplica a cualquier acto que suponga hacer uso de cualquier tipo de convención (actos convencionales). También se puede aplicar a los enunciados. Por ejemplo, si emitimos el enunciado "todos los hijos de Alberto están durmiendo", pero resulta que Alberto no tiene hijos, el enunciado no es falso, es desafortunado, puesto que falla una presuposición. Viendo la completicidad de esta clasificación se descubre que no todas las posibilidades quedan cubiertas, puesto que hay otro tipo de razones de insatisfactoriedad de emisiones realizativas y que no están recogidas en esa clasificación de los infortunios, pero son acciones que al emitirse pueden estar sometidas a lacras que plagan las acciones en general: pueden realizarse bajo coacción, por accidente, sin intención... El tópico de las excusas puede afectar a ciertas acciones y a las emisiones realizativas, en cuanto éstas son acciones. Son también emisiones y pueden verse perjudicadas por los males que afectan a las emisiones: pueden ser proferidas por un actor en el contexto de un chiste o cuento, es decir, ser emisiones parasitarias. También pueden verse afectadas por el malentendido.
Referencias
Bibliografía
Austin, John Langshaw. How to Do Things With Words. Cambridge (Mass.) 1962 - Paperback: Harvard University Press, 2nd edition, 2005, ISBN 0-674-41152-8.
Brock, Jarrett. “An Introduction to Peirce’s Theory of Speech Acts”, Transactions of the Charles S. Peirce Society, 17 (1981), 319-326.
Searle, John. Speech Acts: An essay in the Philosophy of language, (1969) (Actos de habla, Ed. Cátedra, 2001).
Austin, John Langshaw: Cómo hacer cosas con palabras.: Palabras y acciones (How to Do Things with Words). Barcelona: Paidós, 1982. (ed. original inglesa de 1962).
La teoría de los actos de habla, tal y como la formuló el filósofo del lenguaje J. L. Austin, es una de las consecuencias de la filosofía del lenguaje peculiar. Aparece formulada en su obra póstuma Cómo hacer cosas con palabras (How to Do Things with Words). Dicha teoría es el arranque de uno de los enfoques de la pragmática más populares, ampliado por John Searle.
ContenidoS.
1 Acto de habla
1.1 Clasificación
2 La teoría especial
2.1 La distinción constatativo-realizativa
2.1.1 La falacia descriptiva
2.1.2 Emisiones realizativas (o performativas)
2.1.3 La teoría de los infortunios
3 Referencias
3.1 Bibliografía
4 Véase también
Acto de habla
Un acto de habla es un tipo de acción que involucra el uso de la lengua natural y está sujeto a cierto número de reglas convencionales generales y/o principios pragmáticos de pertinencia.
La escuela de Oxford y la pragmática siguen a Peter Strawson y John Searle en tanto que consideran que "acto de habla" se refiere usualmente a lo mismo que se designa con "acto ilocutivo", término a su vez acuñado por John L. Austin en ¿Cómo hacer cosas con palabras?, publicado póstumamente en 1962.
De acuerdo al hecho por Franklin Franco Peña con Austin, el "acto ilocutivo" se da en la medida en que la enunciación constituye, por sí misma, cierto acto, entendido como transformación de las relaciones entre los interlocutores o con los referentes. Un ejemplo clásico es que al decir "lo prometo" o "sí, acepto" (en una ceremonia matrimonial) estamos, a la vez que hablando, realizando el acto. En este sentido, el "acto de habla", es decir, la emisión del enunciado puede realizarse en forma oral o escrita, siempre y cuando se lleve a cabo la realización de una acción mediante palabras.
El efectuar un acto de habla, expresando una oración correcta gramaticalmente y con sentido, implica un compromiso con el entorno. Un acto de habla puede ser solicitar información, ofrecer, disculparse, expresar indiferencia, expresar agrado o desagrado, amenazar, invitar, rogar, etc.
El acto de habla consta de tres factores elementales:
Acto locutivo: es la idea o el concepto de la frase, es decir, aquello que se dice.
Acto ilocutivo: es la intención o finalidad concreta del acto de habla.
Acto perlocutivo: es el (o los) efecto(s) que el enunciado produce en el receptor en una determinada circunstancia.
También, los actos de habla se pueden dividir en dos tipos:
Actos directos: son aquellos enunciados en los que el aspecto locutivo e ilocutivo coinciden, es decir, se expresa directamente la intención.
Actos indirectos: son aquellas frases en las que el aspecto locutivo e ilocutivo no coinciden, por lo tanto la finalidad de la oración es distinta a lo que se expresa directamente.
Searle, quien siguió el análisis de Austin sobre los enunciados de acción o "performativos" y se centró en lo que aquél había llamado actos ilocucionarios (actos que se realizan diciendo algo), desarrolló la idea de que diversas oraciones con el mismo contenido proposicional pueden diferir en su fuerza ilocucional, según se presenten como una aseveración, una pregunta, una orden o una expresión de deseo.
Según Searle, las fuerzas ilocucionales de un acto de habla pueden describirse siguiendo reglas o condiciones especificables, dadas tanto por las circunstancias como por el propósito que se sigue en diferentes actos ilocucionarios.
Clasificación
Los actos de habla ilocutivos pueden ser clasificados según su intención o finalidad.
Actos asertivos o expositivos: el hablante niega, asevera o corrige algo, con diferente nivel de certeza. Ejemplo: No llenaste el coche de gasolina, ¡está vacío!.
Actos directivos: el hablante intenta obligar al oyente a ejecutar una acción. Ejemplo: Ruego que vote por mí en las elecciones.
Actos compromisorios: el hablante asume un compromiso, una obligación o un propósito. Ejemplo: Mañana te devuelvo el auto tal como está.
Actos declarativos: el hablante pretende cambiar el estado en que se encuentra alguna cosa. Ejemplo: Me niego a la decisión del juez ya que la decisión que se ha tomado está errada.
Actos expresivos: el hablante expresa su estado anímico.
La teoría especial
La distinción constatativo-realizativa
La falacia descriptiva
Austin llega a la teoría general partiendo de una teoría especial que se funda en la distinción entre lo constatativo y lo realizativo o performativo. Según él, durante mucho tiempo se había supuesto que el único fin de las emisiones era la de constatar hechos. En razón de ello, sólo podían ser verdaderos o falsos. Sin embargo Austin afirma que no todo enunciado es verdadero o falso. Una emisión lingüística es cualquier cosa que se diga:
El gato está sobre la alfombra.
Cierra la puerta.
Las ideas verdes descoloridas duermen furiosamente.
Prometo que te devolveré el libro.
Lo que resulta para Austin interesante de las emisiones lingüísticas es su valor de verdad. Aristóteles en "De interpretatione", analiza los componentes de las oraciones: para él son verbos y nombres. De la complementación de nombres y verbos surge el λόγος, que es una emisión lingüística compleja compuesta de nombre y verbo. No a todo tipo de emisión le conviene el valor de verdad, sino sólo al λόγος αποφαντικός o apofánsis (αποφανσις). De las emisiones que no son apofánticas no se ocupa la lógica, sino la retórica. Esa actitud persistió a lo largo de la historia. Hay que distinguir las apofánticas (emisiones constatativas o enunciados) porque la función propia de estas emisiones es constatar un hecho. Austin parte del hecho de que lo único que vale la pena estudiar es el λόγος αποφαντικός, que él llama la "falacia descriptiva". Por falacia descriptiva se entiende lo que hace suponer que toda oración que tiene una función importante funciona como enunciado, lo que no es cierto, pues hay oraciones importantes que no constatan hechos. La concepción de la falacia descriptiva ha sufrido dos tipos de ataque: el del movimiento verificacionista y el del movimiento que estudia los usos del lenguaje (ordinario).
El movimiento verificacionista, asociados sobre los años 1920-1930 en el Círculo de Viena en torno a la figura de Moritz Schlick, y vieron como el movimiento quedaba abortado en 1933 por la conquista de Austria por Adolf Hitler. Los verificacionistas sometieron a crítica la postura de la falacia descriptiva en base a preguntar acerca de lo que es "ser verdadero" o "ser falso". Es algo que hay que averiguar. Para que un enunciado tenga sentido es necesario que sea verificable. Ellos hacen, pues, una división tripartita: los enunciados pueden ser verdaderos, falsos o sin sentido:
"El universo entero ha duplicado su tamaño ayer por la tarde" (lo que no es ni verdadero ni falso, carece de sentido"
Y es que, para que un enunciado pueda ser verdadero o falso debe ser significativo. Si no tiene significado no se puede plantear la cuestión de si es verdadero o falso (es un requisito). Un enunciado sólo tiene sentido cuando hay un método por el que podamos verificarlo. Hay muchos enunciados que pasan como verdaderos o falsos y son sin sentido:
Yo miento.
El movimiento que estudia los usos del lenguaje es el otro. Es posterior en el tiempo al movimiento verificacionista. No comparten la cruda condición que los verificacionistas imponen a los enunciados. Insisten en que hay emisiones lingüísticas que parecen enunciados aunque no lo son. La palabra "bueno" no se usa para describir algo sino para recomendar. El reino de la ética no es de hechos, sino de cosas que se recomiendan, y el lenguaje se utiliza para muchas cosas más, no sólo para informar, registrar o describir un hecho.
Emisiones realizativas (o performativas)
Austin analiza un uso del lenguaje concreto y habitual, pero no descriptivo. Un tipo de emisión que por su apariencia superficial parece un enunciado, pero no lo es, que ni carecen de sentido ni son verdaderos ni falsos: son comunes. No contienen palabras como "bueno". Son emisiones tales que al ser emitidas diríamos que estamos haciendo algo en vez de diciéndolo, pero no por el sentido fonético. Emisiones realizativas son las que no son ni verdaderas, ni falsas ni sin sentido. Austin las llama emisiones realizativas (performative utterances). Por ejemplo:
Al decir "Sí, quiero" en una boda no enunciamos algo. Al decirlo en esas circunstancias realizamos el acto de casarse.
Cuando al pisar a alguien le decimos "le pido disculpas" tampoco enuncio. Al decirlo realizó el acto de disculparme.
Al decir "inauguro este pantano" no digo algo, lo hago.
"Te apuesto diez euros a que mañana lloverá": apostamos, no hablamos.
Sin embargo, es necesario que se den las circunstancias apropiadas, no basta con proferir la frase. Aunque no se necesita la realización de un acto espiritual, la palabra empeña. Es cierto que las emisiones realizativas no describen hechos y no son verdaderas o falsas, pero pueden implicar hechos verdaderos o falsos. Hay que distinguir entre lo que se dice y lo que se implica. Si digo "lego el reloj a mi hermano" es necesario que yo tenga reloj.
La teoría de los infortunios
Aunque es cierto que las emisiones realizativas no son ni verdaderas ni falsas, tienen ciertas circunstancias bajo las cuales pueden ir mal. La principal es que sea falsa. Las emisiones pueden ser afortunadas o desafortunadas. Por varias circunstancias, que son la dimensión de su carácter afortunado o desafortunado. Esto se llama teoría de los infortunios.
Infortunios son las diversas maneras en que una emisión realizativa puede ser insatisfactoria. Surgen cuando se rompen determinadas reglas, que se pueden numerar como (Α,1) (Α,2); (Β,1) (Β,2); [(Γ,1) (Γ,2)], estas dos últimas de tipo especial:
Α,1 : Debe existir un procedimiento convencional que tenga un cierto efecto convencional y ese procedimiento debe incluir la emisión de ciertas palabras por parte de determinadas personas en determinadas circunstancias, y además.
Α,2 : Las personas y circunstancias particulares del caso deben ser las apropiadas para la invocación del procedimiento particular al que se apela.
Β,1 : El procedimiento debe ser ejecutado por todos los participantes y
Β,2 : completamente.
Γ,1 : Cuando el procedimiento está pensado para ser usado por personas que tienen ciertos pensamientos o sentimientos, o para la inauguración de cierta conducta subsiguiente por parte de cualquier participante, entonces una persona "en" y por ello invoca "el" procedimiento, debe tener esos pensamientos o sentimientos y los participantes deben tener la intención de conducirse de ese modo, y además
Γ,2 : deben efectivamente conducirse de ese modo en lo sucesivo
En ese conjunto, las Α y las Β, y las Γ se diferencian en dos bloques: hay una oposición Α y Β / Γ. Si se violan las reglas Α o Β, el acto no se realiza, si se viola Γ sí, aunque se abusa del procedimiento (es un acto insincero).
Los infortunios que afectan a Α o Β son por un fallo. Son actos pretendidos pero nulos. En los que afectan a Γ se les considera abusos. El acto es logrado, aunque sea un abuso del procedimiento y se llaman actos procesales pero huecos.
A las rupturas de la regla Α se les llama malas invocaciones. El procedimiento indicado no existe, o las personas no son las adecuadas. A las de Α,1 Austin no les da nombre (en todo caso las llama non play), las de Α,2 se llaman malas aplicaciones. En general, cuando hay una mala invocación, Α,1 o Α,2 se trata de un acto no autorizado:
Α,1: "Me divorcio de ti" (dicha en un país en el que el divorcio no sea legal).
Α,2: "Te nombro cónsul" (y no soy, o no eres la persona adecuada, porque no tengo la autoridad necesaria o porque tú eres un caballo).
Si se rompen las reglas Β se considera que hay malas ejecuciones, que se trata de un acto viciado. Estos vicios dan lugar a defectos (en el caso de Β,1, puesto que el acto se lleva a cabo defectuosamente) u obstrucciones (Β,2, ya que no se lleva a cabo completamente).
Β,1: "Sí, quiero" (en un acto de boda, pero mi pareja dice "No quiero").
Β,2: "Te apuesto a que..." (y no obtengo respuesta).
La violación de las reglas Γ da lugar a los abusos. Las de Γ,1 son llamadas insinceridades, pues no se tienen los sentimientos requeridos, y a los de Γ,2 no les da nombre Austin, pero podrían llamarse ruptura de compromiso.
Γ,1: "Te felicito" (pero no te considero merecedor del galardón).
Γ,2: "Bienvenido" (pero te trato como a un enemigo).
La teoría de los infortunios se aplica a cualquier acto que suponga hacer uso de cualquier tipo de convención (actos convencionales). También se puede aplicar a los enunciados. Por ejemplo, si emitimos el enunciado "todos los hijos de Alberto están durmiendo", pero resulta que Alberto no tiene hijos, el enunciado no es falso, es desafortunado, puesto que falla una presuposición. Viendo la completicidad de esta clasificación se descubre que no todas las posibilidades quedan cubiertas, puesto que hay otro tipo de razones de insatisfactoriedad de emisiones realizativas y que no están recogidas en esa clasificación de los infortunios, pero son acciones que al emitirse pueden estar sometidas a lacras que plagan las acciones en general: pueden realizarse bajo coacción, por accidente, sin intención... El tópico de las excusas puede afectar a ciertas acciones y a las emisiones realizativas, en cuanto éstas son acciones. Son también emisiones y pueden verse perjudicadas por los males que afectan a las emisiones: pueden ser proferidas por un actor en el contexto de un chiste o cuento, es decir, ser emisiones parasitarias. También pueden verse afectadas por el malentendido.
Referencias
Bibliografía
Austin, John Langshaw. How to Do Things With Words. Cambridge (Mass.) 1962 - Paperback: Harvard University Press, 2nd edition, 2005, ISBN 0-674-41152-8.
Brock, Jarrett. “An Introduction to Peirce’s Theory of Speech Acts”, Transactions of the Charles S. Peirce Society, 17 (1981), 319-326.
Searle, John. Speech Acts: An essay in the Philosophy of language, (1969) (Actos de habla, Ed. Cátedra, 2001).
Austin, John Langshaw: Cómo hacer cosas con palabras.: Palabras y acciones (How to Do Things with Words). Barcelona: Paidós, 1982. (ed. original inglesa de 1962).
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