En Revista Español Actual, 2002, 74, pp. 37-58.
Piqueteros y caceroleros.
Aportes para el estudio de los neologismos recientes en el español de la Argentina.
Mabel Giammatteo e Hilda Albano
Universidad de Buenos Aires
Le mot, sans doute, ne tombent pas du ciel:
ils naissent à leur heure.
Matoré, G., La methode en lexicologie
1. Introducción
A partir del análisis de la conformación interna de un corpus de neologismos recientes del español de la Argentina pertenecientes al nivel de lengua general, es decir, el que se emplea en la escuela, los medios de comunicación o la conversación habitual, en el presente trabajo nos proponemos reconsiderar las tendencias morfológicas vigentes en la creación de nuevas palabras. En principio, nos interesa valorar los distintos procedimientos morfológicos empleados en función del sistema de la lengua al que pertenecen los neologismos, pero no desdeñamos, en la medida en que resulte explicativo de los procesos estudiados, establecer la correlación con el dominio particular en el que el nuevo término se ha originado. Así, es posible afirmar que el neologismo encuentra su explicación más completa al considerarse conjuntamente tanto los aspectos intralingüísticos de su formación como su funcionamiento en un ámbito específico determinado.
Asimismo, respecto de la motivación para el surgimiento de nuevos términos en la lengua, pretendemos mostrar que no pueden justificarse exclusivamente en el marco estrecho de la necesidad de denominar objetos o conceptos nuevos. En este sentido, nuestro punto de partida coincide con Matoré (1953), a quien el hecho de que las primeras sociedades se valían de diferentes nombres para denominar a las distintas especies, como p.ej. encina, pino, abedul, etc., pero no poseían un término general para referirse a árbol, le sugiere que hasta que la palabra genérica no nace, esas sociedades tampoco disponían del concepto correspondiente. Igualmente, si bien desde sus orígenes el hombre ha vivido en grupos y conformado distintos tipos de sociedades, no es hasta el siglo XVIII en que aparece la palabra civilización, cuando se cristaliza este concepto. En suma, para Matoré «las palabras no expresan las cosas, sino la conciencia que los hombres tienen de ellas » (pág. 43). De este modo, y sin dejar de reconocer la fuerte incidencia del medio – como más adelante veremos que muy bien ejemplifica nuestro corpus -, no es tan solo una modificación en las condiciones externas lo que origina el nacimiento de una nueva palabra, sino que lo que lo determina fundamentalmente es la percepción, por parte del hablante, de una “porción de realidad” como una nueva “gestalt” con propiedades específicas y conceptualmente aislable del resto. Así, p. ej., cuando el teléfono celular, deja de considerarse simplemente una clase más de teléfono, y se convierte en un elemento particular que permite un tipo de comunicación con características especiales, se produce la conversión categorial que lo transforma en (el) celular. Proceso también apoyado en la fuerte tendencia a la expresión más económica, ya que no debemos olvidar que en este, como en otros casos que veremos, cuanto más factores se combinan, más factible resulta la consolidación del neologismo.
Por último, Matoré también advierte acerca de la diferencia entre acuñaciones necesarias, que nacen para designar nuevas realidades, y creaciones «de lujo», solo justificables por razones estéticas o lúdicas.
2. Marco teórico
2. 1. La creación neológica
A pesar de que tanto la etimología como el significado del término parecen transparentes (cf. def. DRAE infr.), en realidad, el concepto de neologismo resulta escurridizo. Según Alvar Ezquerra (1999: 39), no resulta fácil saber qué es un neologismo y, desde una postura estricta, hasta se podría afirmar que el neologismo no existe, pues desde el momento en que se empieza a utilizarlo, comienza a no serlo.Para Gilbert (cit. en Alvar Ezquerra pág. 40):
...el neologismo, comporta en sí mismo la contradicción entre lo nuevo y lo establecido, entre el proceso de producción y el proceso de instalación, entre el continuo de la enunciación que le da forma y el discontinuo del ensamble lexical en el que se inserta.
Al analizar la definición del DRAE (pág.1575): "Vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua", Alvar Ezquerra (pág. 41) sostiene que si se la lee con atención se descubre que neologismo es:
....no solo toda palabra nueva en la lengua, esto es, toda forma, como habitualmente nos imaginamos, sino también cualquier innovación que se produzca en el interior del significado de una forma. Esto es, los neologismos pueden ser formales y semánticos.
Asimismo, en opinión del citado autor, el neologismo da vida a la lengua, sirve para renovar su léxico, actualizar elementos, dar cuenta de nuevas realidades, y en él se manifiestan todas las tensiones que tienen lugar en el interior del léxico. Los neologismos no solo son palabras, simples o compuestas, sino también unidades multiverbales. Aunque los neologismos se clasifican en formales y semánticos, básicamente el fenómeno se encuadra en el ámbito léxico-semántico y puede tener o no relación con el nivel fónico.
El estudio de los neologismos pertenece al dominio de la lexicología, que es la rama de la lingüística que estudia la estructura del vocabulario de la lengua, su composición, variedad, origen, cambios, tendencias, procesos de formación e incorporación de unidades nuevas, sin perder de vista el entorno extralingüístico. De allí que una parte de la Morfología, la no flexiva, tiene estrecha relación con la formación de neologismos y sirve para dar cuenta de una parte del fenómeno.
Para Lázaro Carreter, en su Diccionario de Términos Filológicos (1971), los neologismos pueden surgir por composición normal o híbrida, por derivación, por préstamo de otras lenguas, como noquear o fútbol, por metáfora, como el uso que se le da en el español actual de la Argentina al término corralito (dim de corral) para referirse a la incautación de los depósitos de los ahorristas por parte de los bancos. Por otra parte, si bien existen términos como gas o Kodak, creados ex-nihilo por pura invención científica, por lo general los neologismos se formam apelando a elementos significativos ya existentes en la lengua, mediante los ya citados procesos de composición y derivación, o sin cambio alguno mediante conversión de su categoría gramatical, como en celular (cf. supr. §1), o por medio de procedimientos menos convencionales y más propios de la lengua coloquial, a los que Lang (1997) denomina misceláneos, como la acronimia - laser, ovni - o la mezcla - motel, Sancor (marca de productos lácteos de las provincias argentinas de Santa Fe y Córdoba) -.
2.2 ¿Cuándo son nuevos los neologismos?
Si bien hay consenso en que los neologismos «son, en general, legítimos sin necesidad de que estén sancionados por la Real Academia,...» (Moliner, cit. en Guerrero Ramos 1995: 9), ¿cuándo nacen y cuándo dejan de ser nuevos? Vayamos por partes, si bien existen muchas palabras de las que se puede dar, a través de testimonios escritos, la fecha de nacimiento, esta muchas veces no refleja más que el momento de su creación y utilización dentro de un círculo restringido, pero su paso a la lengua general, que es en el nivel en el que estamos trabajando, puede ser muy posterior. Así, p. ej., la enciclopedia Encarta (1997) da como fecha de creación para hipertexto el año 1965, pero su empleo social general es muy posterior y se puede datar a partir de 1993, con la gran difusión de Internet. Sigue, pues, siendo un neologismo, aunque esté registrado en el DRAE desde su última edición.
En cuanto a su vigencia, Matoré proponía establecer cortes para el estudio lexicológico según “generaciones”, cuya duración se estimaba entre treinta y treinta y seis años (1953: 53), pero en la época actual en que los procesos evolucionan con mucha mayor rapidez, no es posible considerar plazos tan dilatados. Por otra parte, como el mismo Matoré ya lo había comprendido (pág. 43), las palabras nuevas no tienen todas la misma perdurabilidad. Algunas son simples formaciones fugaces que pueden ser creaciones particulares o vocablos impuestos por la publicidad o la moda; así pocos recuerdan el tiráme las agujas, de moda entre los jóvenes como fórmula para pedir la hora hace un poco más de una década. En otros casos, se trata de términos que circulan dentro de grupos restringidos y durante un tiempo delimitado, como el en su momento difundido entre los ejecutivos yuppy, que logro pasar a la lengua general por un tiempo, para después recluirse nuevamente en su ámbito ecónomico de origen. Por último, algunos pasan la barrera y, dado que representan un recorte de la realidad considerado como independiente por una parte considerable de la sociedad, encuentran su ubicación en el sistema, como sucedió en la lengua coloquial con términos como cheto (joven de clase acomodada) y trucho (falso) o, en un nivel más general, con celular, hipertexto o dolarizar .
Además, si bien apelar a la conciencia de los hablantes, puede sonar impresionista, solo cuando éstos dejan de percibir un término como novedoso, cuando a través del uso frecuente este se vuelve una forma no marcada, deja el neologismo de ser tal. Pero esto nunca se corresponde con una fecha determinada, sino que más bien representa un proceso gradual del que los hablantes no tienen plena conciencia, sino cuando está concluido.
No obstante, desde el punto de vista de la disciplina lexicológica, coincidimos con las cuatro etapas que para la integración del neologismo plantea Alvar Ezquerra (1999: 50):
... la primera, lógicamente, es la de su primera aparición y la identificación que hace el hablante del neologismo; la segunda etapa es la de su catalogación en un diccionario de neologismos; la tercera es su paso a un diccionario general de la lengua con la marca de neologismo; y la cuarta y última es su presencia sin marca alguna en ese diccionario. En ese momento podremos decir que la palabra nueva está ya totalmente integrada en la lengua.
El concepto de neologismo es, pues, un concepto histórico e históricamente cambiante, de modo que un término como jardín pudo haber sido un neologismo en el s. XV, aunque ningún hablante común del español actual tenga siquiera conciencia de ese hecho ni lo sienta como tal. En suma, el uso que en un momento determinado se percibe como neológico. acaba por integrarse en la lengua e incorporarse a su léxico hasta que finalmente deja de percibirse su origen novedoso o foráneo.
3. Análisis de materiales
En el actual contexto, la palabra y la acción "cacerolazo" (en español) significa "Argentina" (igual que la palabra "piquete", o la palabra "desaparecido"). AUTOCONVOCATORIA INTERNACIONAL, en solidaridad con el pueblo argentino y en contra
de la globalización, mail recibido en Buenos Aires el 10/ 1/02
La siguiente exposición en modo alguno pretende ser una lista exhaustiva de los neologismos de creación más reciente en el español de la Argentina, más bien buscamos, como ya se ha dicho, introducir un muestreo representativo que permita tanto identificar las tendencias vigentes en la selección de procedimientos para la formación de nuevas palabras, como su correlación con valores significativos generales de la lengua o relativos a ámbitos determinados. Por otra parte, también trataremos de destacar que en la formación de los neologismos del corpus (¿argentinismos?) no siempre se sigue un mismo parámetro a partir de la base, y que hemos observado aspectos creativos no solo desde el punto de vista del significante, sino también del significado.
Dada la extensión del corpus recogido, en este trabajo en particular nos ocupamos de las palabras derivadas por sufijación no apreciativa . La presentación de materiales se divide en dos partes, respectivamente dedicadas a la derivación nominal y a la verbal.
3.1 La derivación sufijal
En el español actual de la Argentina, se registra el uso de palabras derivadas formadas con sufijos propios del español, las cuales se originan en distintos ámbitos, dentro de los que se destacan particularmente el económico y el político. Antes de adentrarnos en su estudio, es relevante fijar el concepto de sufijo, para lo cual hemos adoptado la definición proporcionada por Faitelson-Weiser (1993:119):
...elemento lingüístico que, precediendo inmediatamente, en una palabra dada, a las desinencias gramaticales (o flexionales) -- explícitas o implícitas --, tiene como función la integración de dichas palabras dentro de un campo morfosemántico . Esta definición implica que el sufijo debe ser considerado como un signo lingüístico pleno, dotado de un significante (la forma sufijal y sus realizaciones) y de un significado (su valor genérico).
Las formas sufijales son elementos formadores morfoléxicos, una de cuyas funciones es la de «introducir un cierto grado de generalización en la palabra», de modo que sólo adquieren el status de palabras sufijales aquellas «cuya definición puede ser reducida a una paráfrasis definitoria común» (Faitelson-Weiser pág. 122). Asimismo, para esta autora, la comprensión de toda palabra conformada por X + sufijo, requiere que el hablante sea capaz de entender la significación general de ambos componentes.
La adjunción de un sufijo a un término base puede dar como resultado: a) una palabra sufijada perteneciente a la misma categoría gramatical que la de la base: golpe> golpismo; o b) una palabra de distinta clase gramatical: recepción> recepcionar. Teniendo en cuenta la clase de palabra base a la que se aplican, se puede distinguir entre sufijos nominales, adjetivales, verbales y adverbiales. Como ya hemos dicho, en este trabajo, solo tratamos los nominales y los verbales.
3.1.1 Derivados nominales
- Nominales en -idad
En primer término, hemos analizado sustantivos deadjetivales de origen deverbal, es decir, derivados de adjetivos que provienen de verbos. Dentro de este grupo, en el corpus hemos encontrado dos tipos que se forman agregando el sufijo nominalizador –idad: a) adjetivos deverbales en -able/-ible (Varela Ortega 1993: 19), que no presentan alteración morfofonológica en la base – convertibilidad; gobernabilidad, y también en negativo ingobernabilidad; empleabilidad y receptabilidad ; y b) un adjetivo deverbal en –ivo, que, como veremos, presenta una modificación - competitividad -. Por otra parte, algunos son formaciones nuevas para el español y en otros casos se trata de términos que han adoptado un significado diferente en el español de la Argentina. Estructuralmente se describen como:
[------ble]A [.....-bil]A + idad]N
[------ivo]A [.......iv]A + idad]N
Tal como puede apreciarse en estos neologismos, para llegar al sustantivo a partir de la base verbal se sigue el siguiente recorrido de derivación: V Adj. N:
Base verbal Derivado adj. Derivado nom. Derivación Raíz
convertir convertible convertibilidad V Adj N convert-
gobernar gobernable gobernabilidad V Adj N gobern-
emplear *empleable empleabilidad V *Adj.N empl-
receptar *receptable receptabilidad V Adj N recept-
competir competitivo competitividad V Adj N compet-
Cabe señalar que en algunos casos se plantea el hecho de que ya existe en la lengua un nominal deverbal de la misma base. Así, de convertir se deriva, por un lado, directamente el deverbal más general: conversión , por el otro, se forma convertibilidad, también existente en el español general y registrado en el DRAE (p. 648) como «calidad de convertible». Pero, en el español de la Argentina de la década del 90, el término convertibilidad adquirió otro valor diferente del que registra el diccionario. Se popularizó a través de la ley de convertibilidad, sancionada durante el gobierno de Carlos Menem y mentada por su ministro de economía, Domingo Cavallo, la cual establecía la paridad peso-dólar para el cambio. Aunque estancó la economía argentina por una década, la ley logró detener la inflación que había reinado casi treinta años en el país, culminando en hiperinflación (la hiper, como se la conocía) a fines del gobierno anterior al de Menem. Así, la palabra convertibilidad aludía a «el milagro, el fenómeno de...», y se presentaba como un hecho salvador que venía a solucionar la economía del país. Se trata de un significante ya existente al que se le otorga nuevo valor dentro de un ámbito específico, pero dada la onmipresencia del tema económico en la vida argentina, rebasa ese ámbito y pasa a la lengua general por la que es rápidamente absorbida.
Empleabilidad y gobernabilidad son más recientes aún y han cobrado vigencia en la argentina postmenemista. La primera es una palabra no existente previamente en el español. Si bien su valor podría ser equivalente a empleo , no es con ese significado con el que la hemos registrado en un editorial del diario La Nación (17/12/01) titulado: «La empleabilidad de los jóvenes», en el que el término hace referencia a la difícultad de conseguir trabajo en la Argentina actual, en especial para los que inician su vida laboral.
Gobernabilidad y el antónimo que se ha derivado de ella, ingobernabilidad, aluden a la dificultad para mantener el funcionamiento de las instituciones en las actuales circunstancias de crisis por las que atraviesa el país.
En cuanto a competitividad, también existe un derivado nominal directo del verbo: competencia. Competitividad, que ya está registrado en el DRAE (pág. 604) como «capacidad de competir», es otro de los términos que en los últimos tiempos se ha resemantizado en el español de la Argentina. El año pasado, cuando para hacer frente a la crisis durante el gobierno del recientemente derrocado presidente Fernando de La Rúa (cf. infr. 3.1.2 cacerolear), vuelve a asumir como ministro de economía, Cavallo, que ya había estado en esa función en el gobierno anterior, propone una ley de competitividad para reactivar la economia del país. El término, poco curioso en sí como formación morfológica, resulta interesante porque rememoraba – por asociación directa de la desinencia – el mayor logro de la gestión anterior del ministro: la ley de convertibilidad (cf. supr.) que había conseguido estabilizar la economía después de la crisis hiperinflacionaria de 1989.
Para el ministro Cavallo el espíritu de la Ley de Convertibilidad es que la moneda argentina es convertible con otras divisas extranjeras pero no necesariamente con el dólar (Clarín, 7/ 4/01)
“La gira es para explicar en qué consiste la ley de Competitibidad y para ratificar que la convertibilidad llegó a Argentina para quedarse”, indicó Cavallo (Clarín, 3/ 4/ 01)
Veamos, en detalle, las particularidades de cada uno de los dos tipos reconocidos.
a) Derivados de adjetivos en –ble. Dentro de estas formaciones se puede hacer todavía otra distinción, según exista o no el deajetival que da origen al derivado nominal; así, si bien convertibilidad y gobernabilidad siguen la regla de derivación a partir de un adjetivo deverbal existente - convertible, gobernable -, empleabilidad y receptabilidad resultan de palabras posibles pero inexistentes: *empleable y*receptable.
Formalmente, aunque en los adjetivos en –ble la vocal que aparece delante del sufijo es -a- o –i-, según la vocal temática de la conjugación a la que el verbo pertenece, en los derivados nominales la vocal presenta una sola realización: –i, y, cualquiera sea la conjugación a la que pertenece el verbo, el nominalizador es siempre -idad.
Semánticamente, el adjetivador –ble tiene un valor «pasivo combinado con uno modal de posibilidad» (Solé et alii 2000: 197). El valor pasivo para –ble también es sostenido por Lang (1990: 204) y Rainer (1999: 4604), de allí que estos adjetivos admitan como paráfrasis: “que puede ser + V” o “capaz de ser + V”. En combinación con –ble, el nominalizador en (-bil)idad admite una paráfrasis que indica: “la posibilidad de..., p.ej. convertir la moneda, gobernar, conseguir empleo, etc”.
Desde el punto de vista argumental, los deadjetivales en -ble del corpus provienen de verbos transitivos que suponen un Agente y un Tema u Objeto. El significado pasivo de
–ble incorporado al nominalizador (-bil)idad elimina al Agente e incorpora como sujeto al tema: X gobierna al país, pero la gobernabilidad del país (*por X). Asimismo, los verbos originarios de estos nominales pueden considerarse que dan un resultado; así, el proceso de: convertir " un peso en un dólar" origina la convertibilidad; ser gobernado produce la gobernabilidad, pero no serlo genera ingobernabilidad,.etc.
b) Derivados de adjetivos en –ivo. El único caso registrado deriva del adjetivo competitivo, que presenta una modificación en la base por incremento (Faitelson-Weiser 1993:146), que consiste en la repetición de la consonante final de la base + la vocal temática, lo cual se reitera en la derivación del nominal:
Competir competitivo competitividad
Desde el punto de vista semántico, el sufijo -ivo tiene valor activo, ya que señala al “actor” y la paráfrasis que le corresponde es “que V” (Sole et alii 2000: 407), de modo que el nominal derivado mediante –(iv)idad, que lo incluye, tampoco es pasivo.
Argumentalmente, el verbo competir supone un Agente , que el adjetivo y el nominal
derivado mantienen en su valencia: X compite X es competitivo/ la competitividad de X.
En el uso de competitividad al que nos referimos, el Agente involucrado es el país que, en este caso, equivale a ‘la gente/ los argentinos/ las fuerzas productivas de la sociedad’, ya que está tomado como ‘colectivo, animado y humano’.
- Nominales en -sor/-dor
Dentro de los neologismos del español actual de la Argentina, los nominales con sufijo
–sor/ -dor.que hemos registrado son : decisor, planeador y gerenciador
En el español general, los sustantivos con sufijo –sor, son deverbales que, por lo general, derivan de verbos en -vertir (inversor), –primir (impresor), -mitir (emisor) (Lacuesta y Bustos Gisbert 1999: 4542). En cuanto a decisor, sigue el modelo de agresor, que también proviene de un verbo en –dir.Estos denominales, por ser derivados de verbos de ‘acción’ tienen valor agentivo, p. ej. ‘el que invierte’. El neologismo decisor fue recogido en una entrevista realizada al funcionario público Carlos Grosso, secretario de prensa del gobierno (25/12/02), quien, refiriéndose al presidente de ese momento, dijo:
Rodríguez Saa es un gran decisor.
Aquí otra vez topamos con que ya existía un derivado nominal del verbo, decisión, con asibilación de la consonante final de la base, como en decisor. Esta nueva formación puede, entonces, tomarse tanto como derivada directamente de la base verbal decid-, o de decisión, ya que decisor se interpreta como ‘el que toma decisiones’.
Base verbal Derivado nom.1 Derivado nom.2 Derivación Raíz
decidir decisión decisor VN1N2 decid-/decis-
Por otra parte, tal como fue empleado en el ejemplo citado, el neologismo decisor connota la capacidad de tomar decisión en grado superlativo, absoluto, valor que refuerza su uso junto al adjetivo gran. Por otro lado, la presencia de un, también acrecienta el valor de que la persona mencionada pertenece a la clase de los “decisores”, con lo que la paráfrasis adecuada del término sería: “aquel que tiene la capacidad de tomar decisiones” .
Con respecto a planeador, cabe señalar que se trata de un significante existente en
el español: un sustantivo derivado del verbo planear, pero en el que la secuencia –dor no tiene valor agentivo deverbal., sino que remite a un sustantivo de objeto que sirve para denominar un tipo particular de aeronave (cf DRAE :1778).
Sin embargo, en nuestro corpus, planeador, que aparece en el siguiente texto:
“ (X) no es sino un simple planeador de fiestas” (recogido en un programa radial)
es usado como deverbal agentivo (Lang 1990: 189), es decir, expresa al agente del verbo base que, por ser de ‘acción’ puede parafrasearse como “que V” (Solé et alii 2000: 404). En este caso, el sufijo –dor, si bien conserva valor aspectual de acción habitual, como en bebedor, también es utilizado con el sentido peyorativo, desvalorizador, que menciona Lang (pág. 189) para casos como novelador (en vez de novelista) y escribidor (por escritor), valor que le otorgan algunos elementos del contexto sintáctico, como p. ej. el calificativo simple. De este modo, el texto citado, puede parafrasearse como:“(X) no es otra cosa que... o solo sirve para planear fiestas”.
También cabe pensar en la posible asociación mental del hablante que fusiona en una sola palabra el valor del derivado popular planear con el más técnico planificar , cuyo significado (cf.DRAE: 1779) prácticamente no difiere del de planear (DRAE: 1778). Planificar tiene un derivado nominal agentivo planificador, aunque este carece del valor despectivo de planeador, que además ofrece la ventaja de presentar un significante menos extenso, siguiendo un criterio de acortamiento de la forma, que constituye una tendencia constante en la lengua fuertemente vigente en el español de la Argentina Aunque, como veremos al analizar los sufijos verbales, también la orientación opuesta de extender el significante, para reforzar la expresión, es sumamente activa.
- Nominales en -aje
Con respecto a este sufijo, Lang (1990: 186) sostiene:
« la marca de –aje consiste en su adjunción a bases pertenecientes únicamente a la primera conjugación. El sentido de acción y efecto se combina con el de materialización [...]. Es un sufijo de vitalidad en la actualidad, cuyo avance se ve favorecido por el registro técnico..»
Coincidiendo con esta caracterización, en el corpus hemos registrado dos formas con
este sufijo: blindaje y prepotaje. Se trata de nominales deverbales provenientes de verbos de primera conjugación, aunque con una diferencia, mientras blindaje y blindar están ambos registrados en el DRAE, ni prepotear ni prepotaje figuran allí.
En cuanto a blindaje, el DRAE (pág. 326) presenta la siguiente definición: «acción y efecto de blindar; conjunto de materiales que se utilizan para blindar», y para blindar: «proteger exteriormente ... con diversos materiales las cosas o los lugares... ». Ahora bien , en el español de la Argentina, en uno de los momentos pico de la actual crisis económica se utilizó la expresión: «blindaje económico», en la que el nominal adquirió el valor de
«recurso protector» de la economía, perdiendo su referencia a elementos materiales.
En el español general, existen el sustantivo prepotencia y el adjetivo prepotente, definidos por el DRAE (pág. 1825), respectivamente como: «cualidad de prepotente» y «más poderoso que otros, o muy poderoso». Asimismo, aunque el DRAE no lo registre, en el español de la Argentina existe ya hace tiempo prepotear en el sentido de «actuar de forma prepotente». De este ha derivado recientemente prepotaje, que ejemplifica el uso del sufijo –aje¬ deverbal (Lang 1990: 176), en este caso unido a un verbo de primera en –ear. ¿Pero cuál puede ser la razón del surgimiento de este sustantivo, frente a la existencia de prepotencia, también nominal? Si nos atenemos a uno de los textos donde aparece usado:
“ Esto es el prepotaje de los que no respetan las ideas de los otros”.
observamos que –aje encierra, además de sentido colectivo (Rainer 1993: 394-395, cit. en Lacuesta y Bustos Gisbert 1999: 4523), un matiz desvalorativo que el hablante quiere transmitir, pero no lo permiten ni el sufijo –encia de prepotencia, ni –nte en prepotente.
- Nominales en –ismo / -ista
En primer término analizaremos los ejemplos de nuestro corpus con sufijo –ismo, entre los que se encuentran cavallismo, chachismo, delarruísmo, menemismo, repetismo, sospechismo,travestismo y truchismo.
Según Lang (1997.: 178),
“La proliferación de términos en –ismo, relacionada con adjetivos y nombres agentivos en –ista, es un fenómeno del siglo XX. Las bases a las que se adjunta este sufijo muestran un grado mínimo de restricción unido a una alta productividad”.
El conjunto de términos del corpus puede clasificarse en dos grupos, según deriven de otro sustantivo o de un adjetivo.
a) Derivados denominales. Dentro de estos podemos distinguir los que provienen de
nombres comunes y los que derivan de propios. Al primer tipo pertenecen sospechismo, repetismo y travestismo. Desde el punto de vista formal, en sospechismo y travestismo se elide la vocal final de la base, pero en repetismo hay un truncamiento del sufijo nominalizador –ción.
Base nominal Derivado nom. Derivación Raíz
sospecha sospechismo N N sospech-
repetición repetismo N N repet-
travesti travestismo N N travest-
En cuanto a significado, sospechismo y repetismo corresponden al tipo de amiguismo o confusionismo, ya mencionado por Lang (pág. 179, nota 8), en los que el derivado en –ismo duplica un nominal abstracto ya existente – amistad, confusión, sospecha, repetición - aunque de tipo morfológico diferente Pero ¿por qué razón se origina un nuevo sustantivo de esta clase cuando ya existe otro? Según Lang (pág. 179), los nuevos derivados «añaden al significado que poseen sus dobletes correspondientes una valoración peyorativa...». En nuestra opinión, el matiz peyorativo deriva del significado de ‘tendencia’ del sufijo -ismo considerado más que como simple ‘habitualidad’, como ‘reiteración negativa’. Así frente a sospecha que indica «aprehender o imaginar una cosa por conjeturas fundadas en apariencias o visos de verdad» (DRAE: 2095), sospechismo añade a la acción este sentido negativo que, en una entrevista radial (Radio Mitre, 5/6/01) le permite a uno de los ministros del ex-presidente de La Rúa , Nicolás Gallo, hacer referencia al estado de sospecha generalizado que mantenía alarmada y confusa a la población en los días previos a la caída de De La Rúa, en diciembre del año pasado (cf. infr. 3.1.2 cacerolear).
A diferencia de repetición, que se refiere a la «acción y efecto de volver a hacer lo que se había hecho, o decir lo que se había dicho» (DRAE: 1948), repetismo, ha comenzado a utilizarse en el ámbito educativo para indicar la tendencia creciente a que los alumnos, al no aprobar sus exámenes, tengan que repetir el curso, tal como ejemplica el siguiente texto de nuestro corpus oral:
En los últimos años se ha acentuado el repetismo en todos los niveles de la enseñanza.
En cuanto a travestismo, formado sobre una base extranjera, no deriva de un nominal abstracto, sino de un nombre designador de persona, travesti, que se refiere a la «persona que, por inclinación natural o como parte de un espectáculo, se viste con ropas del sexo contrario» (DRAE: 2221). Travestismo, ya registrado en la última edición del DRAE, con el significado de «usar ropas de otro sexo» u «ocultación de la verdadera apariencia», en el habla corriente del español de Argentina ha adquirido algunos valores adicionales, ya que puede designar «un simple maquillaje sin cambio de fondo o de lo esencial», como cuando se habla de «el travestismo de las medidas económicas» o también, como en «travestismo político», puede señalar despectivamente un cambio de tendencia u orientación.
El tipo más numeroso de derivados en –ismo en el corpus, es el de los formados a partir de nombres propios referidos al al líder de una tendencia o movimiento, que es lo que significa el sufijo. Estos derivados provienen de i) apellidos de personas públicas, generalmente políticos: menemismo y delarruismo (de Menem y de la Rúa, los dos últimos presidentes argentinos elegidos por el voto popular), cavallismo (de Cavallo, ministro de economía de ambos gobiernos); o ii) del sobrenombre particular con que se conoce a alguien, p. ej., chachismo, derivado de Chacho, sobrenombre del ex-vicepresidente de la Argentina, Carlos Álvarez.
Desde el punto de vista fonológico, en el derivado se elide la vocal final de la base. Semánticamente, el sufijo añade al significado de la base el valor de «movimiento surgido en torno a una figura política» (cf. peronismo, formado a partir del apellido del líder del movimiento, Juan Domingo Perón); sin embargo, su connotación en estos casos no suele ser positiva, sino que, por el contrario, como en los casos que hemos visto de derivados de nombres comunes, tambiém encierra sentido desvalorizador.
b) Derivado deadjetival. El único del corpus es truchismo, derivado del neologismo trucho, que, según López Baldano (1999; 288, nota 2) proviene de la época de actuación de Montoneros – grupo guerrillero, en su origen, ligado al peronismo-. Los militantes que se ocupaban de falsificar documentos para los miembros del grupo denominaban «documento trucho» a aquel al cual se le cambiaba la fotografía, ya que, en la jerga popular, «trucha» significa tanto rostro como gesto de desagrado manifestado con él Luego de la dictadura,el término comenzó a utilizarse en la lengua coloquial con el significado de «falso o ilegal», p. ej. en «un disquete trucho» o «una radio trucha». De este adjetivo deriva truchismo que, al significado básico de trucho, añade el de “tendencia a”, con carácter despectivo.
El truchismo triunfa porque a muy pocos les importa, muy pocos tratan de impedirlo y rara vez los usurpadores son castigados: la viveza criolla se encoge de hombros, confunde delito con travesura y sigue de espaldas a la ética (Artículo de opinión de Alfredo Serra en la revista Noticias)
Según Lang (1997:180), «el campo semántico al que pertenecen las bases a las que se adjunta –ista coincide con el de –ismo e implica habitualmete un paradigma derivativo»: Cavallo cavallista cavallismo; a lo que añade que «-ista es, en principio, agente, y se aplica a miembros representativos de movimientos» - aliancista -; a profesiones - dentista– y a ocupaciones artísticas o deportivas – pianista , tenista -. Dentro de nuestro corpus, indican pertenencia a movimientos o grupos: menemista (del expresidente Menem), cavallista (del ministro Cavallo), frepasista (de Frepaso, acrónimo del partido político Frente País Solidario), duhaldista (del actual presidente Duhalde). Con el significado de ocupación habitual hemos registrado lobbista (del ingl. lobby: pasillo, corredor), que se refiere a los que deambulan por los pasillos de las gobernaciones y ministerios haciendo gestiones en favor de intereses de terceros.
Por último, para analizar petardista, cuyo significado en el Río de la Plata difiere del que registra el DRAE (pág. 1745: «persona que petardea», de petardear: «estafar o engañar”), nos basamos en Lacuesta y Bustos Gisbert (1999: 4572), quienes sostienen que entre las palabras que forma –ista están las que dan cuenta de “descripciones del carácter de una persona, la mayoría de las veces con una orientación negativa: alarmista, camorrista, ventajista, etcétera”. Petardista, que deriva de petardo («tubo de cualquier materia no muy resistente que se rellena de pólvora u otro explosivo y se liga y ataca convenientemente para que, al darle fuego, se produzca una detonación considerable» (DRAE.: 1745), encierra un valor negativo asociado con la idea de ‘destrucción’ que produce la detonación de este objeto. Precisamente ese valor negativo es el que prevalece en el neologismo petardista, que en el español de la Argentina designa «al que emite opiniones alarmantes, a menudo exageradas, respecto de un hecho, de una situación, etc., con la finalidad de crear algún conflicto o, simplemente, para llamar la atención».
- Nominales en –ero/era
Para Lang (1997:180), -ero/-era es el sufijo rival de –ista para la denominación de profesiones. Según Lacuesta y Bustos Gisbert (1999: 4555) este sufijo que «presenta variación genérica potencial en los derivados que designan seres animados: camarero/ camarera,...», crea tanto formas denominales como deadjetivales por «existir tres tipos de formaciones: i) las que solo admiten una interpretación nominal; ii) las que son exclusivamente deadjetivales; iii) las que admiten ambas interpretaciones».
En el español actual de la Argentina, con este sufijo se originan tanto sustantivos como adjetivos. Excepto pelotero, que se refiere a lugar, los restantes casos del corpus – piquetero, motoquero, cacerolero y bolsiquero - designan persona y todos tienen uso exclusivamente nominal. Por otra parte, si bien los deadjetivales no constituyen el objeto de estudio de este trabajo, los dos casoa hallados en el corpus, y que citamos a título de ejemplo, solo tiene función adjetiva: industria textera (del libro de texto, por disimilación con textil, de tejido ) y vocación electoralera (término empleado por el diputado Soria en la Asamblea legislativa, el 22/12/01, y que al derivar de otro adjetivo, entra en el tipo de sufjijos de aproximación (Lang 1997: 210), que pueden adoptar valor despectivo: intelectual intelectualoide o de simple semejanza – rojo rojizo)
Respecto de los sustantivos, se observan distintas particularidades morfológicas:
a) elisión de la vocal final átona: pelota pelotero; cacerola cacerolero, piquete piquetero
b) aparición del interfijo qu- - /k/ -, con o sin elisión de la última sílaba de la palabra
bolsillo bolsiquero; moto motoquero;
Pelotero, es el único caso del corpus en el que -ero no indica ‘oficio’ u ‘ocupación’, sino “ lugar ”. El término se refiere a una carpa plástica en cuyo interior hay gran cantidad de pelotitas, que forman una especie de colchón en el que los niños saltan y se divierten .
Desde el punto de vista semántico tanto motoquero como bolsiquero se emplean para referirse a los que ejercen una determinada actividad. Además ambos reemplazan a un término anterior, que no desaparece totalmente sino que convive con el neologismo. Como sostiene Lang (1997: 178, nota 6, tomado de Kany 1960: 131-4): «En Sudamérica, los términos de profesión en –ero aparecen como alternativas a denominaciones estándar, por ejemplo betunero por limpiabotas... ». En los casos del corpus, bolsiquero, que designa al ladrón de bolsillos, alterna con punguista, y motoquero, con motociclista. En este último caso se produce una especialización del nuevo derivado, ya que miemtras motociclista, es “el que anda en moto”, motoquero adopta principalmente dos significados: i) “ocupación”, referida al que trabaja repartiendo correspondencia, documentos, e incluso otro tipo de productos, utilizando como medio de transporte una moto; ii) denominación de los que usan la moto para participar de competencias de alta velocidad y suelen exhibir sus motos como emblema de poder, por lo general son jóvenes que se caracterizan por sus vestimentas llamativas en las que destacan las camperas negras de cuero. El uso de la primera acepción de motoquero puede verse en el siguiente ejemplo, en donde la necesidad de presentar una explicación entre paréntesis del término pone en evidencia su identificación como neologismo por parte del emisor, de la que hablaba Alvar Ezquerra (1999:50, cf. supr. 2..2):
Mención especial merecen los motoqueros (gremio independiente de jóvenes que hacen trámites con sus motos) que se mandaban contra los canas , los desorganizaban y los dispersaban. (Folleto del MAS (Movimiento al Socialismo) sobre la lucha en Plaza de Mayo el día de la caída del presidente De La Rúa .
Cacerolero y piquetero son los dos términos que hemos elegido para el título del trabajo, justamente porque puede decirse que son dos palabras clave del momento actual de la Argentina. Según Matoré (1953: 68), una palabra clave es una
“unidad lexicológica que expresa una sociedad. Designa, pues, no una abstracción no un medio, no un objeto, sino un ser, un sentimiento, una idea, vivas en la medida misma en que la sociedad reconoce en ellas su ideal”.
Se trata, pues, de una noción de carácter social que expresa de manera sintética la época estudiada. En el caso de cacerolero y piquetero, si bien no constituyen el ideal, dan cuenta de los dos tipos sociales representativos del momento histórico que se está viviendo en el país. En ambos casos, -ero no se refiere a oficios, sino a ocupaciones que están convirtiéndose en habituales para ciertos grupos de la población. Caceroleros son los ciudadanos, generalmente de clase media, que intervienen en protestas callejeras, como la del 20 de diciembre último, que obligó al entonces presidente electo Fernando de La Rúa a renunciar. Desde entonces, los gobiernos se han ido sucediendo, pero como la situación no mejora, las protestas al son de las cacerolas continúan en la capital y las principales ciudades y pueblos del interior del país. (cf. infr. 3.1.2 cacerolear).
Piquetero, que proviene de piquete, no es utilizado con la acepción que le asigna el DRAE (pág. 1768) , sino que, tal como se lo emplea actualmente en la Argentina, guarda relación con las acepciones (5) y (6) de piquete que registra este diccionario:
(5): pequeño grupo de personas que exhibe pancartas con lemas, consignas políticas, peticiones, etc.; (6):grupo de personas que pacíficamente o violentamente , intenta imponer o mantener una consigna de huelga.
Al respecto, en un folleto recientemente publicado por la Academia Porteña del Lunfardo, titulado Vocabulario de la crisis, aparece la siguiente definición, que reproducimos, según la transcribe el diario La Nación (05/02/02, pág.12):
Piquete: grupo numeroso de gente que se instala más o menos espontáneamente, con ánimo de protesta social, en sitios críticos para el traslado de personas o vehículos, con el propósito de impedirlo”
A la anterior definición, añadiríamos que los miembros del piquete o piqueteros, como se los denomina comúnmente, por lo general, son personas de condición muy humilde, que reclaman pan y trabajo y que, como recurso de protesta, se instalan en rutas y otros sitios de paso para impedir la libre circulación del tráfico automotor. Por otra parte, si bien se trata de un movimiento originariamente espontáneo, en la actualidad, como muestra el texto reproducido abajo, ha comenzado a organizarse, añadiendo a sus reclamos básicos un rechazo por la clase política tradicional, tal como sintetiza la frase popular «que se vayan todos». Asimismo, como muestra el texto, el término piquetero/-era con valor adjetivo, se utiliza para referirse a todo lo relativo a los miembros de este movimiento:
...la actividad más importante de la AGD-UBA para esta semana es la concentración de este viernes en Plaza Congreso a las 14:30 hs. para recibir a los compañeros piqueteros que protagonizan la Marcha Nacional por "Pan, Trabajo y que se vayan todos". La Marcha está organizada por el Bloque Piquetero Nacional, y es una de las medidas votadas por la Asamblea Nacional Piquetera en Plaza de Mayo,... (mail de convocatoria a la Marcha, recibido el 12/03/02).
3.1.2 Derivados verbales
Los verbos en –ar y sus derivados nominales
Como es sabido, en el español actual la única conjugación abierta a nuevas creaciones es la
primera, de ahí también la tendencia a que se generen dobletes, «donde un verbo en –ar de creación reciente tiende a suplantar a un verbo de otra conjugación» (Guerrero Ramos 1995: 30), p.ej. ofrecer/ofertar. En muchos casos la transformación se hace posible mediante un derivado nominal intermedio que genera series ternarias del tipo: influir-influencia-influenciar o conmover-conmoción-conmocionar, en cuyo elemento final la base verbal resulta extendida. Respecto del significado, según Pena (1993: 226):
...en la serie ternaria el nombre verbal filtra sólo alguna(s) de las acepciones del verbo base, que son las que pasan al verbo derivado, lo que da lugar a que en la suma de acepciones estén incluidas las del verbo mediatamente derivado...
La extensión del significante conlleva, entonces, algún matiz o especificación del significado. En el español de la Argentina, esta tendencia incluye series del tipo referir– referencia-referenciar (DVEHyD : 1235) y recibir–recepción-recepcionar (DVEHyD: 1221), p.ej. No lo estoy recepcionando bien, se suele oir cuando hay interferencias en las comunicaciones telefónicas radiales. En el caso de recibir también se ha implementado otro procedimiento de conversión a la conjugación productiva, que consiste en recurrir a una forma alternante del verbo base que directamente toma la desinencia de primera: receptar (DRAE 2001: 1912). Esta forma regularizante, a su vez, ha dado lugar, sin que medie el correspondiente adjetivo en –ble (cf. supr. 3.1.1), al derivado nominal receptabilidad, el cual surgió en la crisis económica de marzo del año pasado cuando en los medios de comunicación los analistas hacían conjeturas respecto al modo en que serían recibidas en los distintos ámbitos las nuevas medidas económicas del gobierno. Este término evidencia una de las tendencias que opera con más fuerza en la formación de neologismos y con la que nos hemos topado una y otra vez en el análisis del corpus: la disimilación, que implica que el hablante desgaja un nuevo derivado cuando percibe que el existente – en este caso recepción – no puede dar cuenta completa del significado específico que pretende expresar, es decir, de la nueva gestalt a la que quiere hacer referencia. En este sentido, frente a recepción, más general, receptabilidad implica ‘capacidad, o mejor aún, posibilidad de ser (bien) recibido’ y, en consecuencia, también de ser aceptado. Al respecto, se podría pensar que en receptabilidad, a través del sufijo que mediante la rima genera la asociación mental, también se busca que resuene aceptabilidad. Como ya hemos visto al analizar otros derivados en –(bil)idad de creación reciente (cf. supr. 3.1.1: convertibilidad y competitividad), esta búsqueda de resonancias de un significado en otro a través de la similitud entre desinencias, estaría mostrando la vitalidad de una tendencia de signo contrario a la disimilación: la asimilación. Así, aunque tradicionalmente se ha hablado de asimilación cuando la cercanía semántica de dos o más palabras tiende a reflejarse en el significante , los casos que presentamos tienen una orientación inversa: manifiestan la tendencia a acercar los significados de dos palabras a través de la asociación mental que produce la semejanza entre una parte de sus significantes: la desinencia .
Otros derivados verbales denominales hallados en el corpus son: gerenciar y audicionar. Si bien el uso de los términos gerente y gerencia es de larga data, recientemente ha comenzado a cobrar fuerza en el ámbito de la empresa y de los clubes de fútbol, cuya dirección actualmente se busca que funcione como una empresa, el uso de la forma verbal gerenciar - «ejercer la gerencia« (DVEHyD: 885) -. Asimismo, de gerenciar se han derivado los nominales gerenciamiento, gerenciador y gerenciado. Si bien podría pensarse que gerenciador es redundante respecto de gerente, la diferencia entre ambos resulta semejante a la que distingue negociador y negociante. Así, según Laca (1993: 201):
...–dor y –nte no son funcionalmente equivalentes, sino que a través de ellos se expresan dos modos diferentes de concebir al sujeto de una construcción activa.
En este sentido, mientras gerente simplemente alude al desempeño de una función social, como comerciante o sirviente, gerenciador posee un fuerte sentido agentivo, ya que el rol de sujeto incorporado por el sufijo –dor lo señala como el que tiene el control del proceso, de modo que puede parafrasearse más que como “el que realiza un gerenciamiento”, como “el que lo lleva adelante o lo hace posible” Otra vez, advertimos que el neologismo alude no a una realidad distinta, sino que pone de relieve, en la misma realidad, un aspecto antes no contemplado, en este caso el rol controlador del sujeto.
También como formación en –ar denominal hemos registrado audicionar, derivado de la acepción (3) de audición del DRAE (pág. 247): «prueba que se hace a un actor, cantante,...etc. ante el empresario o director de un espectáculo» .
Por último, la forma verbal escrachar, tomada del italiano y registrada en el DRAE (pág. 962) como término que, coloquialmente, en Argentina y Uruguay significa «romper, destruir, aplastar», ha cobrado extraordinaria vigencia a través del nominal derivado escrache. Este término se comenzó a utilizar en referencia a los actos públicos de repudio, que, ya en democracia y luego de las leyes de Amnistía y Punto Final que liberaron a muchos responsables de los crímenes y desapariciones cometidos durante el Proceso Militar (1976-1982), hacían, en sus propios domicilios, a militares y funcionarios de la dictadura, pequeños grupos de miltantes de las Asociaciones de Madres e Hijos de Desaparecidos. Luego de la caída de De La Rúa, el mecanismo se ha extendido a políticos y funcionarios de las más diversas extracciones, y no solo en sus domicilios particulares, sino en cualquier lugar en que se los encuentre, de donde la indignación popular, los obliga a retirarse. Si bien en un primer principio se trataba solo de insultos y manifestaciones verbales, en el momento actual suelen incluir agresiones y violencia.
Los verbos en –ear
A diferencia de –ar, que se considera una desinencia «semánticamente neutra» (Pena 1993: 233), para Lang (1990: 216) -ear tiene connotación 1) iterativa, como en parpadear, o 2) despectiva, como en discursear. Según Pena (pág. 235), estos verbos «expresan notas de significación relacionadas con la aspectualidad», tales como ‘iteración, ‘habitualidad’, ‘estado’ y ‘fase inminente’, y el valor despectivo o negativo es propio de ciertas bases que manifiestan habitualidad. No obstante, como sostiene Serrano-Dolader:
No resulta fácil, a veces, delimitar si el valor de un verbo determinado debe ser interpretado como frecuentativo (con valor aspectual de habitualidad) o como iterativo, ya que ambos valores, aunque se diferencian en ciertos puntos, tienen una base común: indican situaciones dinámicas durativas y repetición de procesos. (1999: 4692)
Dentro de los ejemplos del corpus, cacerolear tiene claro sentido iterativo; hackear, crakear y luquear se relacionan con el matiz de habitualidad, mientras que en cliquear, defaultear, ningunear y primerear, el valor aspectual no surge tan nítido, por lo que hemos optado por considerar que en estos casos el sufijo adopta un valor aspectual neutro.
Si bien los verbos en –ear pueden derivar de bases sustantivas o adjetivas, los casos registrados son todos denominales. Además, la mitad de los ejemplos evidencia la especial capacidad de este sufijo para combinarse con bases extranjeras. (Lang 1990: 216).
Por otra parte, también a diferencia de –ar que no dota a sus formaciones de una estructura argumental determinada, -ear plantea ciertos esquemas argumentales típicos. Aunque hemos tenido en cuenta la clasificación de Rifón (1997), en la que aquí presentamos, que no pretende ser exhaustiva, sino mostrar sistemáticamente los casos del corpus, hemos preferido cruzar los parámetros de aspectualidad y esquema argumental , y tener en cuenta los roles específicos involucrados en cada uno de los tipos identificados:
a) Verbos de comportamiento habitual. Exigen solo un Agente, o también un Tema sobre el que este actúa: “X actúa como N (respecto de Y)” - hackear, crackear y luquear -.
b) Verbos intrumentales iterativos. Piden un Agente que actúa usando un Instrumento, que aparece como argumento lexicalizado : “X actúa usando N” – cacerolear -,
c) Verbos de Objeto efectuado. Pueden ser iterativos, aunque los casos registrados en el corpus son aspectualmente neutros. Se construyen con un Agente y un argumento
Objeto efectuado incorporado.a la base: “X hace N” - cliquear, defaultear.
d) Verbos de Beneficiario (negativo) obligatorio. Tienen significado idiosincrático y aspectualmente no presentan un valor definido. Además del Agente, exigen un Beneficiario negativo como argumento verdadero o sintácticamente realizado
(Pustejovsky 1995: 63-64) – ningunear, primerear -.
Ahora veamos un poco más detenidamente cada uno de los tipos y ejemplos:
a) Verbos de comportamiento habitual. Según Rifón (1997: 45), estos verbos pueden derivar de sustantivos designadores de animales, de personas, de actos o de objetos. Dentro del corpus, dos casos, pertenecientes al ámbito de la computación, derivan de sustantivos referidos a personas: el primero, hackear (del ingl hacker: «pirata informático que quiebra la seguridad de un sistema» ) (DVEHyD: 915), ya está totalmente incorporado al lenguaje general, mientras que el otro, crackear (del ingl. cracker: «pirata informático que quita protección antipiratería a un software») todavía está reservado a círculos más especializados. El tercero de nuestros ejemplos de este tipo deriva de un sustantivo de objeto y pertenece a la jerga juvenil - luquear («pedir una moneda»; irónicamente derivado de luca, forma coloquial de referirse al billete de 1000 pesos (DRAE 2001: 1400).
Los verbos que derivan de designadores de persona provienen de adjetivos recategorizados como sustantivos que indican la manera habitual de actuar de una persona «casi siempre valorada negativa o peyorativamente» (Pena pág. 237):- alcahuete alcahuetear –, o de nombres de oficios – capitán capitanear. Coinciden en esta caracterización Solé et alii (2000), para las que estas formas corresponden al significado de “actuar como N”. En el corpus, los dos casos de este tipo – hackear y crackear - provienen de bases extranjeras sustantivas con valor agentivo - hacker y cracker -que además poseen la otra característica típica de estas bases: valor negativo , ya que se refieren a actividades relacionadas con la piratería informática.
Según Pena, los verbos de este grupo son todos intransitivos porque han incorporado la base como argumento modal del verbo derivado o como predicado adscriptivo, de modo que bobear es tanto “proceder o actuar como X” como “X es (un) bobo”. Si bien creemos que esta caracterización es adecuada para los que derivan de adjetivos recategorizados, como bobear o alcahuetear, los derivados de sustantivos de oficios o actividades también aceptan una construcción transitiva, como p.ej. capitanear un barco o pilotear un avión. No obstante, como sostiene Rifón (1997: 48), esta posibilidad se limita a aquellos verbos que pueden tomar un Objeto que circunscribe el ámbito de desempeño del Agente, que, según este autor, es un Objeto de grado bajo de afección, lo que indicaría que no es ni efectuado ni modificado por el Agente (pág. 48-49). Sin embargo, no sólo ejemplos como hackear y crakear, sino algunos de los que presenta el mismo Rifón, como pilotear, muestran que la relación de Agente y Objeto va más allá del simple contacto y que el segundo puede ser afectado – incluso hasta su destrucción - por la acción del Agente. En suma, creemos que lo que hace posible el esquema transitivo es que estos verbos seleccionan un Objeto dentro de un campo semántico limitado, afín a su significado, así es posible pilotear un avión/ un helicóptero/ una avioneta, pero no *una tortuga; y se puede hackear una computadora/ un sistema operativo/una base de datos, pero no *una puerta.
El único derivado en el corpus de un sustantivo de objeto – luquear -, indica como hecho habitual del comportamiento del Agente la acción efectuada respecto del Objeto, en este caso, «pedir una(s) moneda(s)». Este último argumento se considera lexicalizado .
b) Verbos intrumentales iterativos. Se trata de verbos que implican la utilización de un instrumento por parte de un Agente. El instrumento, que constituye la base de la derivación,
ha de ser siempre un sustantivo concreto.
A este tipo corresponde el recientemente puesto en boga cacerolear, el cual es, en realidad, un término surgido en Chile en 1973 cuando en los barrios más ricos se hacían sonar las cacerolas como modo de protesta de la derecha chilena contra el presidente Salvador Allende. En la Argentina actual cacerolear y sus derivados – caceroleo, cacerolada, cacerolazao y cacerolero - (cf. supr. 3.1.1) cobran nueva vigencia y se resemantizan para señalar la protesta de la clase media que se moviliza en las calles, primero, en diciembre pasado, para derrocar al presidente De la Rúa y, una vez caído este gobierno, continúa manifestándose, casi en estado de asamblea permanente, contra la corrupción de los políticos en general, por la renuncia de la Corte Suprema de Justicia y por la devolución de sus ahorros acorralados en los bancos. Como la protesta se hace «golpeando cacerolas», el verbo constituye una formación en la que el sustantivo base cacerola se incorpora al derivado como el instrumento mediante el cual se ejecuta una serie sucesiva de actos, en este caso, golpes reiterados, de modo que su valor aspectual resulta iterativo y la paráfrasis que le corresponde según Solé et alii (2000) es “actuar usando N”.
En Barcelona se realizó una importante cacerolada ante el consulado argentino, y marcha a
través de la ciudad, en coordinación con ciudadanos en Buenos Aires que cacerolearon frente a
la embajada de España... (AUTOCONVOCATORIA INTERNACIONAL..., mail recibido en Buenos Aires el 10/01/ 02)
Como se ve en el ejemplo, cacerolear no es transitivo ni puede afectar a otro objeto como lo hace martillear en el carpintero martilleó el clavo. Desde esta perspectiva, para Rifón (1997: 66) su esquema implica un solo actante con un alto grado de agentividad. En nuestra opinión, sin embargo, este verbo involucra dos argumentos: un Agente que actúa sobre un Instrumento, que constituye un argumento lexicalizado o encubierto.
c) Verbos de Objeto efectuado. Desde el punto de vista semántico, este grupo de verbos
aparece más difuso. Según Rifón su cohesión como conjunto se debe a su alta transitividad y a que poseen un segundo actante que representa a un Objeto altamente afectado. Derivan de un sustantivo simple designador de acto - abofetear (dar bofetadas) o piropear (decir piropos) - o de objeto - lotear (dividir en lotes) o trozear (dividir en trozos) -, que se incorpora al verbo como Objeto efectuado o afectado. Cuando en la paráfrasis que da cuenta de su significado, como en los ejemplos anteriores, el sustantivo base está en plural indicando que la acción se realiza más de una vez, su valor es iterativo Sin embargo, coincidimos con Rifón (1997: 68) en que con estos verbos esta afirmación en algunos casos debe ser matizada, ya que, aunque –ear expresa prototípicamente iteratividad, no es obligatorio que lo haga (pág.: 70). Así, como en los ejemplos de este tipo del corpus, el valor iterativo no es claro, como ya dijimos, los hemos considerado aspectualmente neutros. Dentro de este grupo ubicamos a cliquear y defaultear que derivan de sustantivos de acto y según Solé et alii (2000: 362) aceptan la paráfrasis “hacer N”.. El onomatopéyico cliquear («hacer clic al apretar el mouse» «pulsar el mouse» ) proviene del ámbito de la computación, mientras que defaultear («caer en default o cesación de pagos»), es un tecnicismo económico formado sobre la base extranjera default, que en estos días, y debido a las circunstancias por las que atravieza el país, ha pasado a la lengua general.
A pesar de la caracterización de Rifón presentada más arriba, ninguno de estos dos verbos es usado como transitivo:
Cliqueá en/ sobre el ícono/ Cliqueá (aquí)y espera a ver qué aparece en la pantalla.
La Argentina defaulteó el mes pasado.
Su esquema argumental exige un Agente que crea u origina un Objeto, que resulta entonces, efectuado, y constituye un argumento incorporado.a la base – cliquear = «hacer clic» «pulsar/apretar (en) el mouse de la computadora»; defaultear = «hacer un default» «dejar de pagar (a alguien)». Según las paráfrasis, en ambos casos hay un argumento por defecto , no manifiesto sintácticamente, respectivamente, el mouse y alguien.
d) Verbos de Beneficiario (negativo) obligatorio. En relación con los ejemplos anteriores,
los dos casos de este tipo – ningunear y primerear - tienen un significado menos transparente y presentan un matiz negativo que los acerca a los verbos de comportamiento habitual, aunque su valor aspectual fuera de contexto no resulta muy definido. Ningunear significa «menospreciar, hacer a menos, desvalorizar» (DVEHyD: 1076), primerear, que ya ha sido registrado en el DVEHyD (pág. 1174) como argentinismo: «ser el primero en ejecutar una acción, anticiparse a otro u otra», recientemente ha adoptado otra acepción derivada de la anterior, pero más específica, a la que hacemos referencia aquí, que ha pasado del lenguaje periodístico al general, y significa «ganar de mano, sacar una primicia». Dado que en nuestros dos ejemplos el significado es idiosincrático, no resulta posible proporcionar una paráfrasis general que los abarque, sino que solo son aceptables las de tipo individual, respectivamente ‘desvalorizar X a Y’ y ‘aventajar X a Y’. De este modo, si bien no hay un núcleo de significación común, lo que claramente se ve es que ambos casos exigen, además del Agente, un Beneficiario negativo [+humano] que representa al perjudicado por la acción realizada por el Agente.
¿Qué más quieren de mí? Soy el único que dice ...que si hay re-reelección yo bajo mi candidatura, pero ustedes me ningunean: ...(reportaje al político Ramón Ortega, Clarín, 24/01/99)
Si yo me relajo, el otro me primerea (el periodista político Ernesto Tenembaum, en el programa televisivo Detrás de las noticias, 21/12/001)
En cuanto a la base de derivación, ningunear representa un tipo poco común puesto
que proviene de una base pronominal – ninguno –, primerear deriva de un adjetivo ordinal recategorizado como sustantivo – (el) primero -. En este último caso, también podría pensarse, sobre la base del significado que ya ha sido registrado en los diccionarios «ser (el) primero, anticiparse», en una derivación adjetival a la que le correspondería la paráfrasis “ser A” (Solé et alii 2000:360). No obstante, pensamos que la acepción de “aventajar, sacar a otro una primicia”, que el verbo ha adquirido recientemente, favorece su interpretación como ‘acción o modo de actuar’.
Por último, excepto cacerolear, cuyos derivados ya hemos mencionado, el resto de los verbos considerados no ha resultado productivo hasta el momento, por lo que no hemos registrado derivados en –ada o en –ría formando serie con ellos (cf. Pena 1993: 238 y ss.).
- Los verbos en –izar y sus derivados nominales
El sufijo –izar, tercero en productividad de los que el español utiliza como verbalizadores, tiene generalmente valor causativo parafraseable por “causar X” y puede unirse a bases sustantivas o adjetivas. Dentro de las creaciones recientes que hemos registrado en la Argentina con este sufijo, son denominales samanthizar, tinellizar y lecopizar, todas con derivados en –ción; y también dos formas en -ción: dolarización , que proviene del ya existente dolarizar, y fabelización; los únicos casos deadjetivales que hemos hallado son bancarizar y el nominal culpabilización, de culpabilizar
- Verbos denominales.
Si bien los distintos autores que han estudiado este sufijo, han reconocido varios tipos
de verbos formados con –izar , los ejemplos del corpus son todos de tipo resultativo y se interpretan como “hacer o convertir en N”. Teniendo en cuenta los valores semánticos que manifiestan, los cuales en gran medida dependen del sustantivo del que derivan, así como la estructura argumental del verbo, hemos agrupado los ejemplos en dos subtipos:
a) Verbos de estado resultativo Pueden parafrasearse como “dar las propiedades de N” “hacer N o semejante a N”. A la última interpretación - semejante a N - corresponden los ejemplos de nuestro corpus, por el sentido comparativo que presentan. Pueden construirse con un Agente y un Tema o aparecer como procesos que afectan a un Tema
- tinellizar, fabelizar, samanthizar, delarruizar..
b) Verbos de conversión. La paráfrasis que los describe es “convertir X (de N1) a N2 ” – lecopizar, dolarizar-. Suponen un Agente que convierte un Objeto de un tipo N1 (Fuente), que es un argumento por defecto, a otro tipo N2 (Meta), lexicalizado.
Pasemos, ahora al análisis de cada sutipo.
a) Verbos de estado resultativo. En este grupo ubicamos tres verbos derivados de nombre
propio – Tinelli, Samantha, De La Rúa – y uno que proviene de una base extranjera – fabela - El primero de los ejemplos – tinellizar – es un término creado por Juan Pablo Baylac, vocero de prensa del expresidente De La Rúa, quien lo formó a partir del nombre del conocido periodista y empresario de los medios, Marcelo Tinelli, ya que en su programa televisivo se imitaba de modo ridículo al presidente y esta conducta se estaba generalizando en los medios y en la sociedad, de modo que, en opinión de Baylac, estaban tinellizados. Aunque ni Pena (1993) ni Rifón (1997), ni tampoco Solé et alii (2000) mencionan o ejemplifican verbos en –izar formados a partir de sustantivos propios, Lang.(1990: 218) destaca la gran capacidad de combinación de este sufijo con este tipo de nombres. En el español de Argentina, anteriormente a tinellizar, dos veranos atrás se había difundido otro verbo en –izar formado a partir de un sustantivo propio cuando todos los medios de comunicación utilizaron samanthizar, derivado del nombre propio Samantha, que era una de las imputadas en un sonado caso judicial. Samanthizar significaba «convertir un asunto en escandoloso y mediático». El más reciente de los tres casos, delarruizar, surgió este verano luego de la caída del presidente De La Rúa,. La tapa de una conocida revista mostraba una foto del actual presidente Eduardo Duhalde, mientras que el titular se preguntaba si su gobierno estaba por delarruizarse, lo que significaba, que corría el peligro de caer en la inacción que caracterizó al gobierno anterior.
Todos los verbos de este grupo son asimilables al tipo que Pena (1993) y Rifón (1997) consignan como «derivados de sustantivos que designan un estado o una clase que posee una serie de características que pueden ser interpretadas como un estado” (Rifón pág.: 87), p. ej. agonizar o democratizar. En los casos del corpus: tinellizar, delarruizar, fabelizar y el ahora ya casi desaparecido samanthizar, por un lado, los sustantivos base se toman con un valor estereotipado que engloba una serie de características cuyo conjunto puede ser asimilado a un estado, que es causado por la acción del verbo así, p.ej. tinellizar es «dar a algo las características (de los programas) de Tinelli» «causar o poner en el estado de tinellización». Pero, además, estas formaciones tienen sentido comparativo: ya que tinellizar no es ni “hacer N” (como en el caso de los derivados que provienen de nombres de materia - carbonizar, cristalizar - ni “convertir en N” (como en los resultativos transformativos, cf. infr.- dolarizar-), sino “hacer como/semejante a”, p. ej. Samantha/ (los programas de) Tinelli/ (el gobierno de) De La Rúa, etc. Así, cuando el periodista N. Castro en su programa televisivo El Juego Limpio (4/01/02), habló del peligro de fabelización en el país, no se refería a que este se convertiría en una fabela, sino al riesgo de llevar a los más desposeídos de la Argentina, a un estado de miseria semejante al de los habitantes de fabelas de Brasil. Por otra parte, en tinellizar y delarruizar también se reconoce el procedimiento metonímico de nombrar, en el primer caso, al productor por el producto y en el segundo, al ejecutor por el resultado.
Desde el punto de vista de su estructura argumental, estos verbos siempre involucran como argumento por defecto un Tema y pueden ser tomados como causativos, con un Agente que produce el estado resultante de, p.ej. tinellización/fabelización, etc, o pueden presentarse directamente como procesos:
Juan Pablo Baylac, el vocero del presidente argentino Fernando de la Rúa, ha denunciado en los medios de comunicación, el proceso de tinellización de la política de este país....(Comunica. Unidad en la diversidad. Programa informatio sobre la lengua castellana. Sección Actualidad. 11/07/01)
b) Verbos de conversión. Derivan de sustantivos de objeto, aunque no indican que este
sea efectuado por la acción del verbo, como analizar o sonetizar (Pena :1993 y Rifón 1997: 88), ni tampoco se refieren a una transformación en el sentido físico, como carbonizar o cristalizar, sino que están tomados como nombres de clase o tipo entre los que se produce una conversión. Los dos casos del corpus - dolarizar y lecopizar - provienen de la economía y, como ya hemos visto con otros términos de este ámbito, la profundidad de la crisis del país hace que, al ser reproducidos a diario en los medios, rápidamente pasen al habla cotidiana de los argentinos.
Dolarizar, que ya figura en los diccionarios («hacer que la economía de un país tenga como patrón o referencia monetaria el dólar» (DVEHyD: 623), ha dado recientemente el derivado nominal dolarización.
Y, según el titular del Palacio de Hacienda, la convertibilidad no es dolarización. (Clarín, 7/ 4/ 01)
Lecopizar derivado del acrónimo LECOP (Letra de Cancelación de Obligaciones Provinciales), nombre con que se conocen los bonos emitidos por el estado, hace referencia a una de las posibilidades de transformación de la moneda nacional «dar curso legal como moneda nacional al bono LECOP».
Para describir el significado de estos verbos hemos adaptado la perífrasis “convertir en N” con que Solé et alii (2000:380) describen el significado de verbos que indican transformación física, como carbonizar. La paráfrasis para los verbos de conversión es, entonces, “convertir X (de N1) a N2”, ya que en estos casos, además del Agente que la produce, hay un Objeto - v g. la economía – que se convierte de un tipo N1, argumento por defecto, a un tipo N2, lexicalizado – p.ej. de peso a dólar/lecop, etc.
- Verbos deadjetivales.
Los dos casos deadjetivales del corpus – bancarizar y culpabilización, nominal formado a partir del ya existente culpabilizar - responden a la caracterización de Rifón (1997: 96) para los derivados de este tipo: las bases son adjetivos complejos de tipo relacional , respectivamente bancario y culpable, creados mediante sufijos adjetivales, en este caso
-ario y -able. Estos verbos deadjetivales, por lo general, indican un «proceso de cambio al estado indicado por el adjetivo base» (pág. 98) . La paráfrasis que les corresponde, según Solé et alii (2000: 379) es “hacer A”.
En cuanto a bancarizar, el significado que se le otorga en estos momentos en el país no coincide exactamente con el que está ya está registrado en los diccionarios , sino que la acepción con que se lo utiliza es «hacer (o convertir en) bancario (cualquier trámites) ».
Desde el punto de vista argumental este verbo supone un Agente que actúa sobre un Objeto. Por otra parte, dado que en bancarizar «hacer bancario» implica «hacer a través del banco» (cf nota 26, def. del DRAE) , reconocemos en la base nominal banco - de la que deriva el adjetivo base bancario- un sentido instrumental que permite relacionar al verbo con el pequeño grupo de verbos denominales en .-izar, reconocido por Rifón (1997: 95) «que expresan la utilización de un instrumento», así, p.ej., computadorizar es «someter datos al tratamiento de una computadora». El significado de bancarizar puede parafrasearse como «realizar transacciones exclusivamente bancarias o a través de los bancos».
Culpabilizar figura en el diccionario con idéntico significado que culpar («atribuir la culpa o acusar» (DVEHyD: 449)). Desde el punto de vista formal, culpabilización muestra un «sofisticado» proceso de derivación prácticamente cerrado, dado que, excepto un elemento flexional o algún prefijo, no parece que la palabra pueda admitir otra derivación.
Base nominal Derivado verb.1 Derivado adj Derivado verb.2 Derivado nom.2 Derivación
Culpa culpar culpable culpabilizar culpabilización N1V1 Adj V2N2
Tomado en su acepción del diccionario, culpar y culpabilizar, no son más que una ejemplificación de doblete, sin ninguna justificación. Sin embargo, en el español de Argentina, al menos, cada forma verbal ha tomado una especialización de significado: así culpar es “echar culpa, acusar” y culpabilizar, que incluye el valor modal de posibilidad que le otorga el sufijo –ble más el sentido causativo de –izar, se interpreta como «hacer culpable o dotar a X de culpa» , lo que muchas veces en el uso equivale a «hacer sentir culpable». Tal como fue utilizado por el escritor Jorge Asís en el programa televisivo Hora Clave (6/12/01), el neologismo culpabilización hacía referencia al hecho de que la sociedad argentina estaba culpabilizando de sus males (= «haciendo sentir culpable») a toda la clase política, sin distinciones; lo que en opinión del escritor no era justo.
- Los verbos en –ificar y sus derivados
Con este sufijo culto que, al igual que el anterior, verbaliza bases con sentido causativo, hemos registrado en nuestro corpus: pesificar, zonificar y rezonificar, que también forman derivados en –ción: pesificación, rezonificación.
Vecinos en el debate por la rezonificación (Titular en el diario Clarín, 3/4/01)
Los tres ejemplos registrados responden al patrón más productivo para este sufijo, ya
que las bases son sustantivos y los derivados son tecnisismos, el primero del mundo de la
economía y los otros dos corresponden al planeamiento urbano. Las clasificaciones que presentan los distintos autores respecto de los verbos formados con este sufijo atienden más que nada a si el derivado es denominal o deadjetival, o a si tiene origen culto o vulgar. Para el análisis de nuestros ejemplos, todos denominales, preferimos considerar el significado que adopta el sufijo, tal como se muestra en la paráfrasis que aceptan los derivados, y la estructura argumental del verbo. De este modo, los hemos agrupado en dos subtipos:
a) Verbos resultativos de conversión. Tanto la estructura argumental como la paráfrasis - “convertir X (de N1) a N2” - son las mismas que para –izar de conversión.- pesificar.
b) Verbos de organización. Representan un valor típico del sufijo en relación con su uso científico (como en clasificar o dosificar). Les cabe la paráfrasis “hacer N’s, a partir de dividir un todo X en N’s” .Se trata de verbos de Objeto efectuado a partir de un Objeto-Fuente por un Agente - zonificar y rezonificar:
Veamos, entonces, los ejemplos de cada tipo:
a) Verbos resultativos de conversión.
Pesificar (convertir en pesos todas las deudas en dólares) es un tecnisismo económico derivado de un nombre de objeto, pero como ya hemos visto para los verbos en
–izar de este tipo, el sustantivo base no indica objeto efectuado ni cambio de estado físico, como petrificar, sino que se toma como nombre de clase o tipo al cual se produce la conversión: de dólar a peso.
En estos días, pesificar está cobrando una inusitada difusión que lo ha hecho pasar a la lengua general, aunque, sin duda, tal expansión no se debe a sus características morfológicas sino a que, luego de la derogación de la ley de convertibilidad, que establecía la paridad peso-dólar, se tornó vital para los deudores que el monto de sus deudas se pesificara o convirtiera en pesos. Según vemos, pesificar involucra un Agente que convierte un Objeto (deudas) de su valor en dólares, que (como ya vimos con dolarizar y lecopizar) es el argumento Fuente por defecto, a pesos, argumento lexicalizado. Sin embargo, dado que inicialmente solo se pesificaban deudas hasta cien mil dólares, pronto comenzaron las protestas, llave en mano (símbolo de la compra del inmueble por el que la gente se había endeudado), de los excluidos de la pesificación o no pesificados. En esta insólita derivación el participio de pesificar es utilizado para referirse, no a las deudas, sino a sus tenedores «aquellos cuyas deudas no han sido pesificadas», que metonímicamente se convierten en «los no pesificados», con lo que el participio adquiere el rasgo ‘humano’, ausente tanto en la base peso, como en el derivado pesificar.
b)Verbos de organización. Existe un grupo de verbos en –ificar, que incluye formas como dosificar, clasificar, tipificar, que no hemos encontrado particularizado en ninguno de los trabajos sobre el tema. Dentro de nuestro corpus, corresponden a este tipo zonificar y rezonificar. Se trata de verbos que suponen un Agente que actúa sobre una totalidad indiscriminada a la que organiza en partes, que se originan por efecto de la acción realizada. La particularidad de estos verbos es que, tal como se manifiesta en las dos paráfrasis que aceptan, ofrecen una doble lectura:
El intendente decidió zonificar la región
P.1 El intendente propuso dividir la región en zonas
P.2 El intendente propuso hacer zonas en (a partir de) la región
(Cf. dosificar el medicamento: dividir el medicamento en dosis/ hacer dosis con el medicamento; clasificar los insectos: dividir los insectos en clases/ hacer clases con los insectos)
La estructura argumental supone siempre un Agente que actúa sobre un Objeto existente, al que consideramos como Fuente – la región/ el medicamento/los insectos - y su acción origina un Objeto efectuado, que es el que el verbo lexicaliza.
4. Algunas conclusiones
El estudio de los neologismos recientes en el español de la Argentina se ha realizado teniendo en cuenta dos niveles de análisis profundamente interrelacionados. Por un lado, hemos considerado las particularidades correspondientes a su formación y estructura interna y, por el otro, hicimos hincapié en las particular situación social, política y económica en que cada término se ha originado. De este modo constantemente nos ha interesado constatar cómo se despliegan los recursos intralingüísticos para hacer frente a las exigencias y necesidades del entorno extralingüístico.
El análisis efectuado nos ha permitido comprobar que las palabras no solo denotan objetos y fenómenos del mundo, sino que también expresan las vivencias de la comunidad respecto de la realidad que la circunda.
Desde la perspectiva lingüística, a pesar de la gran efervescencia en la generación de nuevos lexemas, los neologismos registrados responden en su conformación a las reglas y tendencias de formación de palabras propias de la lengua. No hemos encontrado formaciones ex-nihilo; los derivados del corpus provienen tanto de palabras existentes – cacerolear, convertibilidad –, como de palabras no existentes pero posibles, cuya formación no requería alterar las reglas regulares de formación del español – empleabilidad (de *empleable), receptabilidad (de receptable), fabelización (de *fabelizar).
En cuanto a las clases de palabras involucradas, hallamos tanto derivaciones típicas - deadjetivales, denominales y deverbales –, como otras consideradas «marginales» (Serrano-Dolader 1999: 4686), que provienen de: onomatopeyas (cliquear), nombres propios (tinellizar, delarruizar), pronombres (ningunear) o acrónimos (frepasista, lecopizar).
El procedimiento estudiado, la derivación sufijal, ha resultado ser un mecanismo sumamente activo en la formación de nuevas palabras. Asimismo, determinados sufijos, como –bilidad y -ero/era entre los nominales, y -ear o –izar, entre los verbales, se han mostrado altamente productivos y prácticamente no tienen límites en su aplicación. De las conjugaciones verbales la única productiva es la primera, por lo que se tiende incluso a generar dobletes para suplantar verbos de las otras dos conjugaciones. En cuanto a los sufijos verbales, justamente aparecen los tres que Pena (1993: 221) identificó como productivos en la lengua –ar, -ear, izar, y, en la formación de tecnicismos, que muchas veces también pasan a la lengua general, también hemos encontrado derivados con –ificar.
Si bien hemos hallado muchas acuñaciones, es decir, neologismos de forma y sentido- cliquear, prepotaje, pesificar, empleabilidad o defaultear –, buena parte de los neologismos del corpus son resemantizaciones o cambios de significado. En este último caso la creación neológica puede tomar una palabra de la lengua general y derivarla a un ámbito específico, como en el caso de «ley de convertibilidad», estableciendo a veces una derivación metafórica como en «travestismo político» o «blindaje económico».
Se utiliza, en cambio, un procedimiento metonímico en formaciones como tinellizar y delarruizar o en los no pesificados; en los dos primeros casos, el nombre propio a partir del cual se forma la derivación en realidad se refiere no al realizador sino a lo producido por él; en el segundo, el procedimiento es inverso: el atributo que corresponde al objeto deuda, se adjudica a sus posesores.
Otras dos fuerzas que operan con vigor en la creación de neologismos son: la tendencia a la disimilación que promueve la distinción del significante en casos en que el hablante percibe alguna diferencia o matiz de significación distinto – motoquero (frenta a motociclista), culpabilización (frente a culpa), repetismo (frente a repetición) - y su opuesta: la asimilación, mediante la cual el hablante tiende a establecer una asociación mental entre los significados de palabras con igual desinencia – competitividad y convertibilidad, receptabilidad y aceptabilidad, etc.
Asimismo, más que de resemantizaciones, que, como en los casos mencionados más arriba, implican un cambio de ámbito o una especialización en el uso de la palabra, en otros casos, como escrache y cacerolear,podría hablarse de nuevas vigencias o revitalizaciones, que consisten en retomar un término en un nuevo contexto de situación, con lo cual la palabra se llena de valores nuevos. Así, por ej., cacerolear era un término que en la década del ‘70 sirvió para expresar la protesta de la derecha chilena contra un gobierno socialista, en la Argentina de los ’90, cuando la clase media convierte a la cacerola en el instrumento de protesta por excelencia, llegando a derribar un gobierno que había sido elegido con el voto popular, y continuando el reclamo contra la clase política y la corrupción en general, el término cobra una dimensión social más amplia. Lo cual se pone en evidencia por la gran cantidad de derivados, existentes y nuevos, que pone en vigencia: cacerolero, caceroleo, cacerolada, cacerolazo y cacerolito (los dos últimos aludiendo a las dimensiones que puede alcanzar la protesta).
Por último, nos interesa destacar que los neologismos, tanto los que tienen un origen técnico como los surgidos en ámbitos más cotidianos, puestos en uso van sumando connotaciones, muchas veces fuertemente subjetivas, que revelan, como decía Matoré (1953: 21), «el valor social de la palabra», el cual, para este autor, no se explica por su sentido universal y general, sino por su uso en ciertas combinaciones sintagmáticas en el contexto y por las relaciones asociativas a que está ligada la palabra en la consciencia. Así, p. ej. un tecnicismo económico por su sentido y por su formación como pesificar, que, además, responde a un mecanismo de economía propio del lenguaje: en vez de «convertir en pesos», pesificar, por la profunda repercusión social de lo que el concepto asociado implica, no solo pasa a la lengua general rápidamente, sino que en el uso comienza a cargarse de valores más subjetivos, algunos, como los que ya vimos en expresiones como los pesificados, que añade el rasgo ‘humano’, ausente en el lexema base del que el neologismo proviene. Asimismo, las construcciones en que interviene, también comienzan a cargarse de matices emotivos; p. ej., mientras en su exposición técnica, realizada después de la devaluación de principios de este año, el ministro de economía, de forma impersonal anunciaba que se pesificarían las deudas, los deudores preferían referirse a la misma situación utilizando expresiones como Me pesificaron, donde claramente manifestaban su condición de afectados al personalizar la construcción a través de la forma pronominal me.
En suma, nuestra pregunta constante ha sido qué mecanismos mentales se ponen en juego en la formación del neologismo, más allá, o mejor aún, junto con la combinación de bases y sufijos.La respuesta ha sido que los neologismos no solo revelan la gran vitalidad de la lengua, sino que el hablante suele valerse de ellos para explicarse y explicar el mundo que lo rodea. Por lógica, entonces, las situaciones de crisis activan más que nunca estos recursos combinando los elementos de la lengua, dando nuevo significado a otros ya existentes, o simplemente revitalizándolos en función de las nuevas situaciones que se presentan. De los neologismos formados, algunos responderán mejor a la dinámica de la lengua y quedarán incorporados al vocabulario de la comunidad, pudiendo incluso, en algún momento, pasar al español general, otros, en cambio, irán cayendo en desuso y esfumándose en el devenir lingúístico.
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